La palabra sánscrita karma indica destino o la Ley definida como causa y efecto.
Dharma es quizás la forma como nosotros administramos ese karma, o también nuestro poder de situarnos en el centro de nuestro destino.
El karma somos nosotros, es el resultado de nuestros pensamientos, de nuestros deseos, de nuestras actitudes. A través del tiempo hemos creado enormes nubes de poderosos pensamientos de deseos y esto ha formado a nuestro alrededor un aura que puede ser negativa que nos impide coordinar correctamente el presente.
La forma de neutralizar el negativismo que hemos acumulado con nuestro bagaje espiritual, es utilizar la ley del dharma que significa el cumplimiento de todo lo que se relaciona con nuestro compromiso. Es el poder que tiene el ser humano de elevarse sobre el destino, creando nuevas situaciones, comprendiendo que su forma de actuar ha sido edificada sobre suelos del pasado que ya no deben tener poder sobre él.
Para activar la ley del dharma sobre el karma, es necesaria una
extrema atención sobre los acontecimientos que están sucediendo en el propio interior y exterior, ya que al estar totalmente atentos, dejamos un vacío entre el pasado y el presente, tomando entonces total poder el presente que es nuestro único y auténtico momento real de vida.
"La verdad ha de presentarse de tal manera, que convenza sin atar y que atraiga aún sin convencer. Esto solo puede realizarlo el lenguaje del corazón".
Vicente Beltrán Anglada
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