Astrología para la Vida
La
Luna Negra es antagónica en su significado a la Luna. Mientras esta
última está relacionada con los afectos positivos vinculados a la
primera infancia, Lilith parece referirse a los afectos negativos
inconscientes que quedaron instaurados ya desde el período de gestación y
que posteriormente se encarnan a través de experiencias emocionales que
reflejan aquella negatividad. Estas experiencias anidan en
acontecimientos concretos como el de la gestación misma, el parto y en
cualquier otro suceso posterior que por sus características requiera de
una respuesta emocional excepcional. Es decir, que mientras nuestra
respuesta ante fenómenos previsibles se expresa a través de nuestra
Luna, la respuesta de emergencia ante fenómenos imprevisibles se
canaliza a través de Lilith. Todo tipo de estímulos son necesarios para
que nuestro sistema emocional pueda sentirse vivo. Unos cuadran con lo
emocionalmente correcto, y otros, con lo emocionalmente incorrecto. Los
buscados conscientemente –lo emocionalmente correcto– están relacionados
con la Luna, y los buscados inconscientemente –lo emocionalmente
incorrecto–, con Lilith. Y, como todos son necesarios, nuestro psiquismo
atraerá tanto a unos como a otros. Podríamos decir que gracias a los
recursos ocultos relacionados con Lilith seguimos estando vivos.
Una
forma de contactar con Lilith es relacionando su posición astrológica
con experiencias en las que el rechazo inconsciente ha sido la nota
clave. Estas experiencias pueden ser sumamente subjetivas pero
tremendamente intensas y dan lugar a desencuentros y malos entendidos
con personas del ámbito afectivo, cuyas causas no hay que buscar en el
trato concreto que se tiene con ellas, sino en razones mucho más
profundas, inconscientes y anteriores al hecho concreto que en
apariencia detonó en conflicto. Así, por ejemplo, una persona que
tuviera a Lilith en Casa I, haya o no haya motivos, se habrá sentido
fácilmente rechazada ya incluso antes de nacer.
Posteriormente
será ella quien se ignore o ignore a los demás en igual medida, y así se
instaura una desconexión emocional con aquello que pueda provocar
recuerdos de aquel primer rechazo. En realidad, la experiencia de
rechazo queda aderezada con una fuerte desconexión con respecto al
fenómeno físico de haber sido gestado. Esta desconexión se traduce en
forma de una habitual falta de comunión emocional con el propio cuerpo,
como si la mente y el cuerpo estuvieran divorciados. Otro ejemplo: una
persona con Quirón en Casa Dos puede haber experimentado rechazo o
marginación debido a una falta de nutrientes en el proceso de gestación.
Posteriormente esta persona puede convertirse en negadora del pan y la
sal para los demás, o bien, ambicionando algo imposible de conseguir, lo
cual dará lugar a una mayor insatisfacción. En este caso, el divorcio
se establece entre la apetencia (fantasía) y la necesidad (realidad).
Incluso puede ocurrir que la persona considere sus necesidades como
fantasía (y las relegue) y otorgue visos de realidad a sus apetencias (y
las priorice), perjudicando su bienestar. Por eso mismo es que a Lilith
se la considera el punto en donde solemos distorsionar la realidad y en
donde, por consiguiente, atraemos el fracaso. A menudo las causas de
esta actitud están muy relacionadas con ciertos episodios familiares
usualmente silenciados, los cuales llegan a nosotros en forma de
presiones traumas, castigos, privaciones, ausencias, secretos, muertes
prematuras o inesperadas, etc.
En otras palabras la Luna refleja
nuestro mejor anclaje con la realidad cotidiana y con nuestros vínculos
afectivos ordinarios, mientras que Lilith refleja nuestra forma de
desanclarnos de la realidad y de lo que nos vincula a los demás. Si con
la Luna nos fundimos con el entorno, con Lilith nos divorciamos de él y
de nosotros mismos. La posición de Lilith refleja en qué ámbitos de
nuestra vida estamos más alejados de la realidad, en dónde nos damos la
espalda a nosotros mismos. Posteriormente, y tras un trabajo personal,
cuyos resultados suelen acaecer hacia la mitad de la vida, Lilith se
convertirá en nuestro principal modo de entronque con la realidad.
Las
regresiones terapéuticas pueden ayudar muchísimo a captar en qué puede
consistir el rechazo, su verdadero origen y sus secuelas en nuestra
conducta actual.
Este desalojo está muy conectado con Lilith. La
posición de Lilith en nuestra Carta Natal indica, entre otras cosas,
aquello que intentamos reprimir para ajustarnos a un patrón de conducta
supuestamente maduro y adecuado a nuestra edad, y aceptado socialmente.
Lilith representa todo aquello que quedó a medio vivir en la infancia y
que pugna por expresarse a través de medios poco ortodoxos. Esta
necesidad inconsciente, si no es reconocida por la persona, puede
desbaratar cualquier objetivo que no la haya tenido en cuenta, por más
digno que sea, y por más maduro y sensato que pudiera parecer.
El
tema del poder está muy asociado a Lilith. De alguna manera a Lilith le
interesa demostrar que todavía sigue estando en el psiquismo de hombres y
de mujeres. Muchas veces la encontramos a través de deseos que
reprimimos, que son causa de turbación si presentimos que se acercan a
la superficie. Esta represión proviene de un sumidero psíquico del cual
surgen con el tiempo situaciones emocionales turbias que hay que purgar y
drenar, afrontando y expresando abiertamente nuestra auténtica realidad
como individuos y la auténtica realidad de nuestras necesidades, si no
queremos que la represión haga estragos en nuestra salud psíquica y
física. Y es que Lilith nos pide que salgamos del armario moral en el
que cada uno ha sido educado.
Lo ancestral y lo transgresor en la formación de carácter
Una
buena manera de entrar en la experiencia sensible asociada a Lilith, es
mediante el establecimiento de una comparación con la Luna. Tomadas
ambas conjuntamente describen un proceso en la conformación del
temperamento en el que es posible ver cómo la educación recibida
potencia unas cosas mientras que otros rasgos o facultades potenciales
quedan marginados y relegados al inconsciente. El niño se adapta a los
valores que le son transmitidos positivamente, mientras que él mismo
margina o vive conflictivamente, toda aquella parte de sí que pudiera
chocar con las consignas consideradas como no aceptables por la propia
familia. Muchas de estas consignas no son necesariamente negativas,
simplemente pueden haber venido dadas por un desbordamiento de las
habilidades de los padres para poder canalizar las necesidades
emocionales de sus hijos. Aunque, sin embargo, esta falta de habilidad
puede ser percibida dramáticamente por el niño. El niño es eslabón débil
y caja de resonancia de un sistema de convivencia imperfecto en el que
los problemas no resueltos de los padres pasan a los hijos. Como
comentamos anteriormente, el origen de esta transmisión no hay que
buscarlo en la vida después del nacimiento sino en el periodo de
gestación. Así pues, la posición de nuestra Lilith podrá ayudarnos a
desentrañar un conflicto latente pero intenso que anidaba en el seno de
nuestra familia o, incluso, en el útero.
La Luna, su Signo, Casa y
aspectos, describen rasgos temperamentales que resultarán potenciados
en el psiquismo del niño, y que después resultarán ser el recurso
emocional que se va a configurar como el mecanismo de ajuste preferente
ante cualquier situación previsible enmarcada en lo cotidiano. La Luna,
de alguna manera, describiría cómo nuestras respuestas emocionales
fluyen cuando lo que nos rodea es considerado como normal.
Lilith,
su Signo, Casa y aspectos, describen rasgos de la personalidad que,
aunque formando parte de su naturaleza, no forman parte del
comportamiento normal. Son recursos ocultos que afloran en situaciones
anormales, críticas de emergencia. Estas situaciones pueden presentarse
inesperadamente, o bien es uno mismo quien las atrae. En cualquier caso,
Lilith describe cómo son nuestras respuestas emocionales cuando nuestro
psiquismo está amenazado. De esta manera, Lilith se perfila como
nuestro mejor recurso en situaciones de crisis si nos hacemos
conscientes de ello.
La Luna guarda relación con el sistema
reproductor. Y no solo en el sentido literal de la palabra. Reproducir
no es solo generar una nueva vida. También significa volver a producir y
propagar una conducta que ya existía en la familia. En la ubicación de
la Luna en nuestra Carta Natal podemos tomar conciencia acerca de cómo y
de qué cosas estamos repitiendo en nuestra vida emocional que ya
existían en la vida de nuestros padres, abuelos, etc.
En cambio, a
través de Lilith desarrollamos facetas inéditas en nuestra familia, ya
sea porque no fueron bien canalizadas o potenciadas, ya sea porque
constituyeron tabú en un momento dado de la historia del clan. Nuestra
Lilith representa un rasgo de nuestra personalidad ante el cual nuestros
padres probablemente no se sintieron preparados para canalizar
adecuadamente en nosotros (ni en ellos mismos). Este rasgo queda sin
expresar, y en determinadas situaciones resurge abruptamente a la espera
de que se le preste atención.
Los medios que utiliza para darse a
conocer son los sueños, los anhelos inconscientes que pueden ser
reconocidos a poco honesto que uno sea para consigo mismo. Y todo ello
aparece cuando los mecanismos de defensa han bajado la guardia. Esta
transparencia, que surge como consecuencia de una desactivación de
dichos mecanismos, puede venir dada ya sea como consecuencia de un
trabajo personal, o bien por saturación psíquica debido a situaciones
conflictivas tanto de orden interno como externo que dejan las corazas
emocionales totalmente mermadas. En estos casos, el desgaste psíquico o
físico puede actuar como detonante de cambios largamente esperados, pero
que todavía no habían sido reconocidos abiertamente por el consciente. A
partir de ahí una persona puede dar un giro a su vida emocional.
Reconocer esta parte oculta puede suponer el descubrimiento de una
fuente de vida que actúe como revulsivo para nuestra inspiración y ayude
a recuperar facultades insospechadas, las mismas que teníamos de niños.
Así pues, Lilith ofrece una de las claves fundamentales para comprender
y conquistar nuestro destino emocional.
ASPECTOS REPRIMIDOS DE LA PERSONALIDAD: EL ENFADO INTERIOR
Lilith
representa la expresión más inmadura de la persona, probablemente
debido a reacciones que resultaron reprimidas o indebidamente
canalizadas por el entorno afectivo. Las necesidades reprimidas, más
adelante, en el proceso de maduración individual, pedirán ser atendidas a
través de señales que la persona puede llegar a percibir y ubicar.
Estas señales no se presentan claramente, sino, más bien, a través de
reacciones impropias en una persona adulta. Si no son reconocidas, estas
necesidades no canalizadas pueden provocar el desmoronamiento de un
estilo de vida aparentemente ordenado.
El Signo, la Casa, y
especialmente los aspectos de Lilith con otros Planetas, indican qué
rasgos de nuestra personalidad pueden boicotearnos si no han sido
atendidos por nuestra identidad adulta. Una posibilidad de percibir
estos rasgos nos la proporcionan determinadas expresiones
reivindicativas que no cuadran con la manera razonable de autoexpresión
que una persona adulta y equilibrada emplearía para dar a conocer sus
necesidades. Nuestra Lilith personal se expresa a través de golpes
escondidos, que no son más que expresiones de aspectos escindidos de
nuestra personalidad que piden ser atendidos reconocidos e integrados.
La integración de estos rasgos raramente se hace en paz, sino a través
de experiencias turbias o tumultuosas que ponen en entredicho nuestra
conducta adulta. Lógicamente la intensidad de estos procesos varía
sustancialmente de una persona a otra. Todo depende de la importancia
que Lilith tenga en cada Carta Natal. Las personas cuya Lilith tenga una
relación crítica con el Sol, la Luna, Mercurio, Venus, o Marte (tanto
aspectando como encuadrando), o la tengan ubicada cerca de un ángulo,
pueden ser consideradas personalidades “Luna Negra”.
Lilith
comporta una alta sensibilidad ante el rechazo. Pero lejos de que este
rechazo actúe postrando a la persona, más bien lo que acaba provocando
es un fuerte anhelo de recuperación de estos aspectos marginados de la
personalidad. Entretanto los anhelos reprimidos o no expresados
abiertamente no sean tenidos en cuenta, la persona quizá llegue a optar
por llevar una doble vida. Por un lado ejerce como adulta, y por otro
hace un apartado en su vida en donde puede experimentar lo que en la
niñez y en la adolescencia le fue vetado. Como decía antes, la
recuperación finalmente sobreviene como consecuencia de crisis
sintomáticas: reivindicaciones expresadas con un tono chocante, golpes
escondidos situaciones tumultuosas, actitudes turbias, reacciones fuera
de lugar, conductas boicoteadoras, e incluso a través de problemas de
salud. Y todo ello puede ser tomado como expresión de un enfado mal
curado.
Por otro lado, y como bien se sabe, la amenaza de recibir
una muestra de rechazo puede generar en el niño un rechazo hacia sí
mismo. Posteriormente, el adulto que llegará a ser (por lo menos en
apariencia) puede impedir que los demás le ofrezcan muestras de
aceptación, tal es el auto–rechazo generado. Podemos observar estas
peculiares conductas a través de los aspectos de Lilith (especialmente
conjunción, oposición, quincuncio y cuadratura). Este enfado corresponde
a la voz de nuestro niño interior, un niño que no ha aprendido a hablar
pero que sabe perfectamente lo que necesita. Una vez reconocida la voz
de este niño, el paso siguiente es que el adulto –que en apariencia
somos– le ofrezca herramientas para que se exprese con claridad.
Conclusión
Sin nombrarla, Osho expresa claramente y en muy pocas palabras lo que Lilith nos quiere indicar:
Recuerda
algo fundamental acerca de la vida: cualquier experiencia que no haya
sido vivida persistirá, te asediará: “¡¡Acábame!!, ¡¡Víveme!!,
¡¡Complétame!!”. Hay una cualidad intrínseca en toda experiencia que
quiere ser acabada, completada, y tiende a ello. Una vez completada se
evapora; incompleta, persiste, te mortifica, te persigue, atrae tu
atención. Te dice: “¿Qué vas a hacer conmigo?, sigo sin completar:
¡complétame!.
Todo tu pasado te asedia porque no lo has
completado, no lo has vivido realmente, lo has vivido parcialmente, a
medias, tímidamente. No ha habido intensidad, pasión. Has vivido como un
sonámbulo. Por eso el pasado te asedia y el futuro te asusta.
De la Medicación a la Meditación. Osho