lunes, 21 de noviembre de 2011

LILITH LA LUNA NEGRA



Astrología para la Vida
La Luna Negra es antagónica en su significado a la Luna. Mientras esta última está relacionada con los afectos positivos vinculados a la primera infancia, Lilith parece referirse a los afectos negativos inconscientes que quedaron instaurados ya desde el período de gestación y que posteriormente se encarnan a través de experiencias emocionales que reflejan aquella negatividad. Estas experiencias anidan en acontecimientos concretos como el de la gestación misma, el parto y en cualquier otro suceso posterior que por sus características requiera de una respuesta emocional excepcional. Es decir, que mientras nuestra respuesta ante fenómenos previsibles se expresa a través de nuestra Luna, la respuesta de emergencia ante fenómenos imprevisibles se canaliza a través de Lilith. Todo tipo de estímulos son necesarios para que nuestro sistema emocional pueda sentirse vivo. Unos cuadran con lo emocionalmente correcto, y otros, con lo emocionalmente incorrecto. Los buscados conscientemente –lo emocionalmente correcto– están relacionados con la Luna, y los buscados inconscientemente –lo emocionalmente incorrecto–, con Lilith. Y, como todos son necesarios, nuestro psiquismo atraerá tanto a unos como a otros. Podríamos decir que gracias a los recursos ocultos relacionados con Lilith seguimos estando vivos.
Una forma de contactar con Lilith es relacionando su posición astrológica con experiencias en las que el rechazo inconsciente ha sido la nota clave. Estas experiencias pueden ser sumamente subjetivas pero tremendamente intensas y dan lugar a desencuentros y malos entendidos con personas del ámbito afectivo, cuyas causas no hay que buscar en el trato concreto que se tiene con ellas, sino en razones mucho más profundas, inconscientes y anteriores al hecho concreto que en apariencia detonó en conflicto. Así, por ejemplo, una persona que tuviera a Lilith en Casa I, haya o no haya motivos, se habrá sentido fácilmente rechazada ya incluso antes de nacer.
Posteriormente será ella quien se ignore o ignore a los demás en igual medida, y así se instaura una desconexión emocional con aquello que pueda provocar recuerdos de aquel primer rechazo. En realidad, la experiencia de rechazo queda aderezada con una fuerte desconexión con respecto al fenómeno físico de haber sido gestado. Esta desconexión se traduce en forma de una habitual falta de comunión emocional con el propio cuerpo, como si la mente y el cuerpo estuvieran divorciados. Otro ejemplo: una persona con Quirón en Casa Dos puede haber experimentado rechazo o marginación debido a una falta de nutrientes en el proceso de gestación. Posteriormente esta persona puede convertirse en negadora del pan y la sal para los demás, o bien, ambicionando algo imposible de conseguir, lo cual dará lugar a una mayor insatisfacción. En este caso, el divorcio se establece entre la apetencia (fantasía) y la necesidad (realidad). Incluso puede ocurrir que la persona considere sus necesidades como fantasía (y las relegue) y otorgue visos de realidad a sus apetencias (y las priorice), perjudicando su bienestar. Por eso mismo es que a Lilith se la considera el punto en donde solemos distorsionar la realidad y en donde, por consiguiente, atraemos el fracaso. A menudo las causas de esta actitud están muy relacionadas con ciertos episodios familiares usualmente silenciados, los cuales llegan a nosotros en forma de presiones traumas, castigos, privaciones, ausencias, secretos, muertes prematuras o inesperadas, etc.
En otras palabras la Luna refleja nuestro mejor anclaje con la realidad cotidiana y con nuestros vínculos afectivos ordinarios, mientras que Lilith refleja nuestra forma de desanclarnos de la realidad y de lo que nos vincula a los demás. Si con la Luna nos fundimos con el entorno, con Lilith nos divorciamos de él y de nosotros mismos. La posición de Lilith refleja en qué ámbitos de nuestra vida estamos más alejados de la realidad, en dónde nos damos la espalda a nosotros mismos. Posteriormente, y tras un trabajo personal, cuyos resultados suelen acaecer hacia la mitad de la vida, Lilith se convertirá en nuestro principal modo de entronque con la realidad.
Las regresiones terapéuticas pueden ayudar muchísimo a captar en qué puede consistir el rechazo, su verdadero origen y sus secuelas en nuestra conducta actual.
Este desalojo está muy conectado con Lilith. La posición de Lilith en nuestra Carta Natal indica, entre otras cosas, aquello que intentamos reprimir para ajustarnos a un patrón de conducta supuestamente maduro y adecuado a nuestra edad, y aceptado socialmente. Lilith representa todo aquello que quedó a medio vivir en la infancia y que pugna por expresarse a través de medios poco ortodoxos. Esta necesidad inconsciente, si no es reconocida por la persona, puede desbaratar cualquier objetivo que no la haya tenido en cuenta, por más digno que sea, y por más maduro y sensato que pudiera parecer.
El tema del poder está muy asociado a Lilith. De alguna manera a Lilith le interesa demostrar que todavía sigue estando en el psiquismo de hombres y de mujeres. Muchas veces la encontramos a través de deseos que reprimimos, que son causa de turbación si presentimos que se acercan a la superficie. Esta represión proviene de un sumidero psíquico del cual surgen con el tiempo situaciones emocionales turbias que hay que purgar y drenar, afrontando y expresando abiertamente nuestra auténtica realidad como individuos y la auténtica realidad de nuestras necesidades, si no queremos que la represión haga estragos en nuestra salud psíquica y física. Y es que Lilith nos pide que salgamos del armario moral en el que cada uno ha sido educado.

Lo ancestral y lo transgresor en la formación de carácter
Una buena manera de entrar en la experiencia sensible asociada a Lilith, es mediante el establecimiento de una comparación con la Luna. Tomadas ambas conjuntamente describen un proceso en la conformación del temperamento en el que es posible ver cómo la educación recibida potencia unas cosas mientras que otros rasgos o facultades potenciales quedan marginados y relegados al inconsciente. El niño se adapta a los valores que le son transmitidos positivamente, mientras que él mismo margina o vive conflictivamente, toda aquella parte de sí que pudiera chocar con las consignas consideradas como no aceptables por la propia familia. Muchas de estas consignas no son necesariamente negativas, simplemente pueden haber venido dadas por un desbordamiento de las habilidades de los padres para poder canalizar las necesidades emocionales de sus hijos. Aunque, sin embargo, esta falta de habilidad puede ser percibida dramáticamente por el niño. El niño es eslabón débil y caja de resonancia de un sistema de convivencia imperfecto en el que los problemas no resueltos de los padres pasan a los hijos. Como comentamos anteriormente, el origen de esta transmisión no hay que buscarlo en la vida después del nacimiento sino en el periodo de gestación. Así pues, la posición de nuestra Lilith podrá ayudarnos a desentrañar un conflicto latente pero intenso que anidaba en el seno de nuestra familia o, incluso, en el útero.
La Luna, su Signo, Casa y aspectos, describen rasgos temperamentales que resultarán potenciados en el psiquismo del niño, y que después resultarán ser el recurso emocional que se va a configurar como el mecanismo de ajuste preferente ante cualquier situación previsible enmarcada en lo cotidiano. La Luna, de alguna manera, describiría cómo nuestras respuestas emocionales fluyen cuando lo que nos rodea es considerado como normal.
Lilith, su Signo, Casa y aspectos, describen rasgos de la personalidad que, aunque formando parte de su naturaleza, no forman parte del comportamiento normal. Son recursos ocultos que afloran en situaciones anormales, críticas de emergencia. Estas situaciones pueden presentarse inesperadamente, o bien es uno mismo quien las atrae. En cualquier caso, Lilith describe cómo son nuestras respuestas emocionales cuando nuestro psiquismo está amenazado. De esta manera, Lilith se perfila como nuestro mejor recurso en situaciones de crisis si nos hacemos conscientes de ello.
La Luna guarda relación con el sistema reproductor. Y no solo en el sentido literal de la palabra. Reproducir no es solo generar una nueva vida. También significa volver a producir y propagar una conducta que ya existía en la familia. En la ubicación de la Luna en nuestra Carta Natal podemos tomar conciencia acerca de cómo y de qué cosas estamos repitiendo en nuestra vida emocional que ya existían en la vida de nuestros padres, abuelos, etc.
En cambio, a través de Lilith desarrollamos facetas inéditas en nuestra familia, ya sea porque no fueron bien canalizadas o potenciadas, ya sea porque constituyeron tabú en un momento dado de la historia del clan. Nuestra Lilith representa un rasgo de nuestra personalidad ante el cual nuestros padres probablemente no se sintieron preparados para canalizar adecuadamente en nosotros (ni en ellos mismos). Este rasgo queda sin expresar, y en determinadas situaciones resurge abruptamente a la espera de que se le preste atención.
Los medios que utiliza para darse a conocer son los sueños, los anhelos inconscientes que pueden ser reconocidos a poco honesto que uno sea para consigo mismo. Y todo ello aparece cuando los mecanismos de defensa han bajado la guardia. Esta transparencia, que surge como consecuencia de una desactivación de dichos mecanismos, puede venir dada ya sea como consecuencia de un trabajo personal, o bien por saturación psíquica debido a situaciones conflictivas tanto de orden interno como externo que dejan las corazas emocionales totalmente mermadas. En estos casos, el desgaste psíquico o físico puede actuar como detonante de cambios largamente esperados, pero que todavía no habían sido reconocidos abiertamente por el consciente. A partir de ahí una persona puede dar un giro a su vida emocional. Reconocer esta parte oculta puede suponer el descubrimiento de una fuente de vida que actúe como revulsivo para nuestra inspiración y ayude a recuperar facultades insospechadas, las mismas que teníamos de niños. Así pues, Lilith ofrece una de las claves fundamentales para comprender y conquistar nuestro destino emocional.

ASPECTOS REPRIMIDOS DE LA PERSONALIDAD: EL ENFADO INTERIOR
Lilith representa la expresión más inmadura de la persona, probablemente debido a reacciones que resultaron reprimidas o indebidamente canalizadas por el entorno afectivo. Las necesidades reprimidas, más adelante, en el proceso de maduración individual, pedirán ser atendidas a través de señales que la persona puede llegar a percibir y ubicar. Estas señales no se presentan claramente, sino, más bien, a través de reacciones impropias en una persona adulta. Si no son reconocidas, estas necesidades no canalizadas pueden provocar el desmoronamiento de un estilo de vida aparentemente ordenado.
El Signo, la Casa, y especialmente los aspectos de Lilith con otros Planetas, indican qué rasgos de nuestra personalidad pueden boicotearnos si no han sido atendidos por nuestra identidad adulta. Una posibilidad de percibir estos rasgos nos la proporcionan determinadas expresiones reivindicativas que no cuadran con la manera razonable de autoexpresión que una persona adulta y equilibrada emplearía para dar a conocer sus necesidades. Nuestra Lilith personal se expresa a través de golpes escondidos, que no son más que expresiones de aspectos escindidos de nuestra personalidad que piden ser atendidos reconocidos e integrados. La integración de estos rasgos raramente se hace en paz, sino a través de experiencias turbias o tumultuosas que ponen en entredicho nuestra conducta adulta. Lógicamente la intensidad de estos procesos varía sustancialmente de una persona a otra. Todo depende de la importancia que Lilith tenga en cada Carta Natal. Las personas cuya Lilith tenga una relación crítica con el Sol, la Luna, Mercurio, Venus, o Marte (tanto aspectando como encuadrando), o la tengan ubicada cerca de un ángulo, pueden ser consideradas personalidades “Luna Negra”.
Lilith comporta una alta sensibilidad ante el rechazo. Pero lejos de que este rechazo actúe postrando a la persona, más bien lo que acaba provocando es un fuerte anhelo de recuperación de estos aspectos marginados de la personalidad. Entretanto los anhelos reprimidos o no expresados abiertamente no sean tenidos en cuenta, la persona quizá llegue a optar por llevar una doble vida. Por un lado ejerce como adulta, y por otro hace un apartado en su vida en donde puede experimentar lo que en la niñez y en la adolescencia le fue vetado. Como decía antes, la recuperación finalmente sobreviene como consecuencia de crisis sintomáticas: reivindicaciones expresadas con un tono chocante, golpes escondidos situaciones tumultuosas, actitudes turbias, reacciones fuera de lugar, conductas boicoteadoras, e incluso a través de problemas de salud. Y todo ello puede ser tomado como expresión de un enfado mal curado.
Por otro lado, y como bien se sabe, la amenaza de recibir una muestra de rechazo puede generar en el niño un rechazo hacia sí mismo. Posteriormente, el adulto que llegará a ser (por lo menos en apariencia) puede impedir que los demás le ofrezcan muestras de aceptación, tal es el auto–rechazo generado. Podemos observar estas peculiares conductas a través de los aspectos de Lilith (especialmente conjunción, oposición, quincuncio y cuadratura). Este enfado corresponde a la voz de nuestro niño interior, un niño que no ha aprendido a hablar pero que sabe perfectamente lo que necesita. Una vez reconocida la voz de este niño, el paso siguiente es que el adulto –que en apariencia somos– le ofrezca herramientas para que se exprese con claridad.

Conclusión

Sin nombrarla, Osho expresa claramente y en muy pocas palabras lo que Lilith nos quiere indicar:

Recuerda algo fundamental acerca de la vida: cualquier experiencia que no haya sido vivida persistirá, te asediará: “¡¡Acábame!!, ¡¡Víveme!!, ¡¡Complétame!!”. Hay una cualidad intrínseca en toda experiencia que quiere ser acabada, completada, y tiende a ello. Una vez completada se evapora; incompleta, persiste, te mortifica, te persigue, atrae tu atención. Te dice: “¿Qué vas a hacer conmigo?, sigo sin completar: ¡complétame!.
Todo tu pasado te asedia porque no lo has completado, no lo has vivido realmente, lo has vivido parcialmente, a medias, tímidamente. No ha habido intensidad, pasión. Has vivido como un sonámbulo. Por eso el pasado te asedia y el futuro te asusta.

De la Medicación a la Meditación. Osho












2 comentarios:

  1. Interesantisimo,enriquecedor,prometo leerlo con mas tiempo y dedicación.
    Gracias por tu Saber.
    Un gran abrazo!

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