viernes, 28 de septiembre de 2012

EL PORQUE DE LAS CASAS


Hemos dicho que el significado de las Casas depende en primer lugar de la cruz fundamental establecida por el Horizonte y el Meridiano. En efecto es esta cruz y no solamente el Ascendente y el Descendente, la que define nuestra aproximación particular a la vida. Constituye el cuadro fundamental inmutable, en el seno del cual es preciso situar los demás factores astrológicos. Ella centra el universo en la persona y concentra su aproximación a la vida, en el tiempo y el espacio. El eje del Meridiano une sus polos Cénit y Nadir y se encuentra siempre en ángulo recto con relación al eje del Horizonte. Es la plomada, la linea de gravitación, la columna vertebral del hombre de pie que prolongada hacia lo alto alcanzará un punto del cielo exactamente encima de su cabeza y, hacia abajo pasará a través del centro de la Tierra, para alcanzar un punto del cielo exactamente opuesto al punto del Cénit. El simbolismo esencial del punto Nadir viene del hecho que prolongando la vertical hacia abajo, a lo largo de la espina dorsal del hombre de pie, llegamos al centro de la Tierra. El hombre alcanza -o puede alcanzar- el centro de su personalidad global en el punto Nadir de su tema. En este punto, el hombre puede sentirse entero, centrado, enraizado, seguro de si mismo. Aquí él establece sus bases en todos los niveles posibles, no solo desde del punto de vista del hogar y la familia, sino también psicológico y espiritual. En el Ascendente el hombre dice "yo"; mas, en el Nadir, dice "yo soy", porque el Nadir nos muestra la clase de integración individual concreta que la persona puede alcanzar. Si  aplicamos al Meridiano la misma clase de razonamiento que hemos aplicado al Horizonte; y puesto que es también un eje, hay del mismo modo un cambio entre sus dos polos, Cénit (asimilado al Medio Cielo) y Nadir (asimilado al fondo del cielo). El Cénit es el punto culminante del hemisferio que aparece desde el Descendente. En el Descendente decimos "nosotros" y será en el Cenit donde diremos "nosotros somos", porque el Cénit representa nuestra  plena participación en la vida de nuestro grupo, de nuestra comunidad y también el poder que obtenemos de esta participación social. Dicho de otra forma, el eje del Meridiano se refiere al poder a nuestra disposición: poder personal en el Nadir, poder social en el Cenit. El Meridiano, símbolo del hombre vertical, representa al hombre capaz de manejar activamente el poder y de asumir sus responsabilidades en la vida. En el Nadir, firmemente establecido en su yo y en su hogar, asume responsabilidades sociales y demuestra de que manera es capaz de manejar el poder que le viene de sus relaciones con grupos de todas clases. El Cenit es el punto de mayor dispendio del poder, el punto de actividad creadora en el mundo objetivo y concreto de la sociedad.

 El Nadir es el punto de mayor concentración del poder, la base o la raíz en la que todo se dirige hacia una manifestación objetiva eventual. Como dice Rudhyar, "nadie encontrará su estrella en el Cénit sin haber encontrado previamente el centro de su personalidad global".  El Cénit es el polo del empleo consciente u objetivo del poder, el Nadir es el polo del empleo inconsciente o subjetivo del poder, y cuando digo "empleo", quiero también decir abuso o defecto de ese empleo del poder a su disposición. El sincronismo entre estas dos clases de poder en el mapa natal determina en todo momento el nivel espiritual de una personalidad. Sin embargo, es preciso no olvidar que la participación de un hombre o de una mujer a la obra del mundo está siempre condicionada, en primer lugar, por la atmósfera de su infancia, sus miedos y sus complejos y por su capacidad de llegar a una auténtica madurez psicológica. Es por esto que la actitud  de alcanzar una posición de prestigio y de poder social está profundamente unida a la clase de relación que se haya tenido con sus padres. Esta relación es la fuente del poder orgánico personal, la fuente de lo que se puede dar más tarde a la sociedad. Por lo tanto, si nos encontramos en un mapa, que los planetas gravitan alrededor de los polos del Meridiano (sobre todo en las Casas 9-10 y 3-4) más que alrededor de los polos del Horizonte debemos de suponer que la persona deberá interesarse sobre todo en la obtención del poder. Si la mayoría de los planetas se encuentran cerca del Nadir, deberá buscar el poder personal, fundaciones personales sólidas. Si los planetas se encuentran más cerca del Cénit deberá buscar el poder social, un fuerte deseo de interpretar un papel público, cualquiera que sean los obstáculos y a pesar de las barreras o las oposiciones que puede encontrar en esta búsqueda. Mientras que el Horizonte es una linea evidente de demarcación entre lo que se encuentra encima de la Tierra y lo que se encuentra bajo el suelo, el Meridiano no es de ningún modo tan evidente en la experiencia humana. Sin embargo, se siente que de alguna manera la vasta cúpula del cielo posee una clave de bóveda y es lo que llamamos Cénit.



 Se siente también que la Tierra bajo nuestros pies es sólida, esférica y posee un centro. De hecho, la integración no es en primer lugar una cuestión de conciencia, sino de instinto orgánico: el instinto es uno de los nombres que se da al poder de ser integro y de guardar esta integridad. Así el Meridiano se refiere a este poder. La realización de la personalidad y de una participación significativa a la vida orgánica del Todo es un problema de integración, por lo tanto relacionado con el Meridiano. La condición de la personalidad determina el género y la cualidad de la participación. El individuo y la posición social que alcanza son en un sentido opuestos polares, así como las Casas 4 y 10, deben complementarse. De hecho, el principio de polaridad es la piedra angular de toda interpretación astrológica eficaz. Este principio explica por qué todo factor que se estudie en un mapa puede tener un significado negativo lo mismo que positivo, sin considerarlo bajo la tradicional clasificación de bueno o de malo, feliz o desgraciado. No es el factor astrológico el que en si es bueno o malo, feliz o desgraciado, sino el empleo que se hace de él. El Meridiano se refiere al poder a nuestra disposición, cuando se realiza la integración de numerosos elementos en el seno de un todo organizado y estructurado. En la Casa 4, es la integración de la personalidad la que está en juego, así como la estabilidad de sus funciones y de su aproximación fundamental a la vida, que esta aproximación sea determinada por las tradiciones familiares o nacionales, o por el ritmo particular del individuo. La 10 indica la manera mejor y más natural de integrarse individualmente al organismo colectivo -a la comunidad, a la nación, a una profesión. Igual que el Horizonte, el Meridiano es un eje. Definir un polo sin incluir la significación del otro no da un cuadro exacto de la situación o de la persona. Por esta razón, es tan importante incluir el Medio Cielo en toda interpretación del Nadir -o viceversa- como incluir el Descendente en toda interpretación del Ascendente y viceversa.



٠•●♥ૐ Los Signos que se encuentran sobre el Meridiano van a indicarnos el género de poder a buscar y a demostrar en el esfuerzo de integrarse personal y socialmente.

٠•●♥ૐ El planeta regente del Signo del Nadir. nos indica de qué depende la capacidad de generar poder personal, las cualidades del ser que hay que desarrollar. La Casa en la que se encuentra este planeta nos indica en qué dominio de la personalidad y en qué género de circunstancias existirá el mayor desafío a la capacidad de afirmarse personalmente sobre bases sólidas.

٠•●♥ૐ El planeta regente del Medio Cielo nos indica la mejor manera de manifestar el poder de su ego y la Casa en que se encuentra nos enseña en qué campo de experiencia se puede aportar de la mejor manera, su contribución esencial a la sociedad, en condiciones de vida normales.


Observemos de nuevo y más de cerca esta cruz del Meridiano y del Horizonte. Por ejemplo, hay en los que la mayoría de los planetas se encuentran bien sea al Este o bien sea al Oeste del Meridiano. Si esta mayoría se encuentran al Este, hay énfasis sobre el Cénit y el Ascendente y, psicológicamente, sobre el yo, la búsqueda de poder y el empleo del pensamiento. Este énfasis permite pues a la persona ser más fácilmente rector de su vida. Puede decidir más libremente lo que quiere hacer, en la medida en que el pensamiento permite una libertad relativa. En todo caso, la vida exige que la persona tome la iniciativa en todas las cosas. Por el contrario cuando todos los planetas (o una gran mayoría) se encuentran al Oeste del Meridiano, el énfasis está sobre el Nadir y el Descendente y, psicológicamente, sobre los sentimientos y las relaciones humanas. Por esta razón, la persona que tiene estas características en su mapa no tiene la misma libertad de elección que la persona que tiene todos los planetas al Este. Ella debe siempre tomar en consideración las condiciones exteriores y los deseos de los otros, tal como la vida se presenta. El énfasis sobre los sentimientos sugiere también que sus elecciones están condicionadas por factores exteriores, ya que los sentimientos nacen, la mayor parte del tiempo, de la interacción del yo con el no-yo. Según la psicología junguiana hay cuatro modos de ser básicos, cuatro operaciones fundamentales en la manera individual de vivir su vida. Rudhyar relaciona las cuatro funciones y los cuatro ángulos del tema, entre:



٠•●♥ૐ  El Ascendente y la función Intuición

٠•●♥ૐ  El Nadir y la función Sentimiento

٠•●♥ૐ  El Descendente y la función Sensación

٠•●♥ૐ El Medio Cielo y la función Pensamiento

La atribución de la intuición al Ascendente y de la sensación al Descendente es completamente lógica. Para Jung, la intuición es la facultad de la conciencia por la cual percibimos los hechos interiores. La sensación, siempre según Jung, es la facultad que nos permite tomar conciencia del no-yo y de los otros; el Descendente es el punto de partida del hemisferio encima del Horizonte donde se encuentra todo lo que puede ser percibido por los sentidos. En la psicología junguiana, intuición y sensación son funciones opuestas y complementarias, lo mismo que el Ascendente y el Descendente en astrología. Jung califica la intuición y la sensación como irracionales, simplemente porque la conciencia, ya sea del yo o de los otros, no implica ningún razonamiento; es un hecho directo de la vida simplemente. No es sino porque hemos hecho de la razón nuestro dios, tenemos hoy tendencia a dar a la palabra "irracional" un sentido peyorativo. El Meridiano es el eje del poder o de la experiencia concreta. Dicho de otra manera, en el Nadir y en el Medio Cielo, nos encontramos lo que nosotros encarnamos realmente en nosotros, en la continuación del empleo de la intuición y la sensación. Los sentimientos, ligados al Nadir son los resultados concretos de nuestra intuición de lo que somos. Son los frutos de la integración personal, llevada a cabo entre un alma, una psique y un cuerpo. Del mismo modo, el pensamiento ligado al Medio Cielo, así como el poder social, resultan de nuestra experiencia exterior, social y racial, después que la hayamos racionalizado. El pensamiento y lo que nosotros llamamos ciencia son una racionalización de las experiencias proporcionadas por nuestros sentidos y por los instrumentos que son una extensión de ellos. Sentimiento y pensamiento son facultades racionales porque es gracias a nuestros sentimientos y pensamientos que podemos dar una razón a nuestras intuiciones y sensaciones, explicarlas, comunicarlas, utilizarlas de manera más concreta. Una mayoría definida de planetas en uno de los cuadrantes del tema, sugiere un énfasis sobre la función junguiana, correspondiente al ángulo, que se encuentra en el origen:




٠•●♥ૐ   Un énfasis en el cuadrante Sur-Este (la 10, 11 y 12) hace resaltar la función PENSAMIENTO. La persona vive objetivamente y, como está relativamente libre de dudas subjetivas, puede controlar más fácilmente las circunstancias de su vida.

٠•●♥ૐ   Una mayoría de planetas en el cuadrante Norte-Este (la 1, 2 y 3) acentúa la función INTUICIÓN, función inconsciente y irracional. La persona vive pues subjetivamente, no obstante manteniendo un cierto control de las circunstancias. Pero, como ella vive sobre todo en ella misma y concentra su atención sobre el plano subjetivo, puede frecuentemente, dudar de ella misma y de sus posibilidades.

٠•●♥ૐ   Una mayoría en el cuadrante Sur- Oeste (la 7, 8 y 9) revela una vida objetiva y un acento sobre la función SENSACIÓN. La sensación es también una función irracional, por lo tanto, no sometida a las leyes de la razón; pero por contraste con la intuición, la sensación es una percepción consciente, ya sea concreta o estética. La persona vive pues objetivamente pero no controla las circunstancias de su vida. Está dominada por su destino objetivo y por sus relaciones humanas; tendrá pues ocasiones de vivir su vida bajo su verdadera perspectiva.

٠•●♥ૐ   Una mayoría en el cuadrante Norte-Oeste (la 4, 5 y 6) pone de nuevo el énfasis en la vida personal subjetiva y en la tendencia a estar obligado a aceptar las cosas tal como se presenta. Psicológicamente, la función SENTIMIENTO predomina: función racional, como el pensamiento, pero enteramente subjetiva, que consiste en emitir apreciaciones, juicios de valor sobre las cosas, las personas, etc., bien sea con el objeto de aceptarlas o rechazarlas.


Pero esto no quiere decir que alguien que tenga muchos planetas en el cuadrante 1,2 y 3, por ejemplo, será forzosamente muy intuitivo. Tal acento indica simplemente que la persona deberá hacer el esfuerzo de desarrollar sus facultades intuitivas con el objeto de captar el "tono" de su egoicidad y de encarnarla materialmente en la Casa 4, por medio de las experiencias de las Casas 1, 2 y 3. Cada vez que estas Casas y los planetas que en ella contienen sean enfatizados por las Progresiones y los Tránsitos, los acontecimientos o experiencias obligarán a la persona a desarrollar la intuición así como los elementos "únicos" de su naturaleza, con el objeto de realizarse más concretamente, más plenamente. Asimismo, la ausencia de planetas en un hemisferio o en un cuadrante no significa de ningún modo que la función correspondiente no exista. Todos poseemos las cuatro funciones de la misma manera que la introversión y la extroversión tiene un peso relativo en nuestro comportamiento. En la vida nunca es cuestión de esto o aquello, sino siempre de más o menos. Observar el mapa natal para encontrar los diferentes énfasis en el dibujo planetario global, nos ayudará a desarrollar una actitud estética en lugar de una aproximación ética habitual. Podemos empezar a darnos cuenta que ciertos elementos del mapa tienen una significación particular únicamente a causa de su posición con relación al mapa entero. Como dice Rudhyar: "En un dibujo hecho a tinta, todo lo está en negro es tan significativo y necesario como lo que está en blanco; sin uno de los dos no habría ninguna forma y, naturalmente ningún significado". Por lo tanto la ausencia de acento planetario no tiene una significación negativa. Se hace la experiencia consciente de la salud bajo la forma de ausencia de enfermedad, después de una enfermedad. Por ejemplo, el hecho que una persona no tenga planetas en Leo no quiere decir que la persona no tiene corazón; esta ausencia no sugiere una deficiencia cardíaca.

Una carencia en Casa 2 no significa que la persona carezca de dinero y posesiones, todo énfasis es relativo en todos los dominios de la vida; debemos aceptar primero una norma para nuestras funciones y las circunstancias si queremos establecer lo que es anormal. Una falta de énfasis en un mapa tan sólo es esto: una falta de énfasis. Cuando todos los planetas o una gran mayoría se encuentran al Este del Meridiano, la persona está llamada a utilizar  su capacidad de tomar decisiones si ella quiere triunfar en la vida. Si todos los planetas, o una gran mayoría, se encuentran al Sur o sea encima del Horizonte la persona debe hacer el esfuerzo de desarrollar conscientemente una actitud positiva y de encontrar voluntariamente una atención en los medios de llegar a ser socialmente poderosa y eficaz. Así el Signo y grado del Zodiaco que se encuentran en los cuatro ángulos nos van a indicar la mejor manera y la más natural de funcionar intuitivamente (Ascendente), para las sensaciones (Descendente), para los sentimientos (Nadir) o para el pensamiento (Medio Cielo). Ellos indican lo que existe en nosotros existencialmente, pero que, en muchos casos, jamás ha sido expresado conscientemente, ya que nuestro ego, nuestra yo existencial y social, es moldeado en función de presiones exteriores y no representa de ninguna manera nuestra egoicidad. Por esta razón, el hecho de conocer los grados y Signos en los cuatro ángulos de nuestro mapa nos permiten penetrar más allá de los rasgos superficiales adquiridos hacia las cualidades fundamentales que son verdaderamente nuestras. Esta mejor manera de utilizar las cuatro funciones básicas, hubieran sido espontáneas si nuestro instinto, nuestra intuición no hubieran sido atrofiados por la familia o por la sociedad. Pero en el estado actual de cosas esto que es lo más natural para nosotros no es tan evidente. La fuerza de la astrología humanística reside en su capacidad de ayudar a los que deseen vivir conscientemente, única manera de llegar al cumplimiento de su destino particular.

FUENTE:  astrologiapsicologiaholistica.***Los dioses dela sincronicidad


analisis de las casas astrologicas


ANALISIS DE LLAS CASAS ASTROLOGICAS

Hemos dicho que el significado de las Casas depende en primer lugar de la cruz fundamental establecida por el Horizonte y el Meridiano. En efecto es esta cruz y no solamente el Ascendente y el Descendente, la que define nuestra aproximación particular a la vida. Constituye el cuadro fundamental inmutable, en el seno del cual es preciso situar los demás factores astrológicos. Ella centra el universo en la persona y concentra su aproximación a la vida, en el tiempo y el espacio. El eje del Meridiano une sus polos Cénit y Nadir y se encuentra siempre en ángulo recto con relación al eje del Horizonte. Es la plomada, la linea de gravitación, la columna vertebral del hombre de pie que prolongada hacia lo alto alcanzará un punto del cielo exactamente encima de su cabeza y, hacia abajo pasará a través del centro de la Tierra, para alcanzar un punto del cielo exactamente opuesto al punto del Cénit. El simbolismo esencial del punto Nadir viene del hecho que prolongando la vertical hacia abajo, a lo largo de la espina dorsal del hombre de pie, llegamos al centro de la Tierra. El hombre alcanza -o puede alcanzar- el centro de su personalidad global en el punto Nadir de su tema. En este punto, el hombre puede sentirse entero, centrado, enraizado, seguro de si mismo. Aquí él establece sus bases en todos los niveles posibles, no solo desde del punto de vista del hogar y la familia, sino también psicológico y espiritual. En el Ascendente el hombre dice "yo"; mas, en el Nadir, dice "yo soy", porque el Nadir nos muestra la clase de integración individual concreta que la persona puede alcanzar. Si  aplicamos al Meridiano la misma clase de razonamiento que hemos aplicado al Horizonte; y puesto que es también un eje, hay del mismo modo un cambio entre sus dos polos, Cénit (asimilado al Medio Cielo) y Nadir (asimilado al fondo del cielo). El Cénit es el punto culminante del hemisferio que aparece desde el Descendente. En el Descendente decimos "nosotros" y será en el Cenit donde diremos "nosotros somos", porque el Cénit representa nuestra  plena participación en la vida de nuestro grupo, de nuestra comunidad y también el poder que obtenemos de esta participación social. Dicho de otra forma, el eje del Meridiano se refiere al poder a nuestra disposición: poder personal en el Nadir, poder social en el Cenit. El Meridiano, símbolo del hombre vertical, representa al hombre capaz de manejar activamente el poder y de asumir sus responsabilidades en la vida. En el Nadir, firmemente establecido en su yo y en su hogar, asume responsabilidades sociales y demuestra de que manera es capaz de manejar el poder que le viene de sus relaciones con grupos de todas clases. El Cenit es el punto de mayor dispendio del poder, el punto de actividad creadora en el mundo objetivo y concreto de la sociedad. El Nadir es el punto de mayor concentración del poder, la base o la raíz en la que todo se dirige hacia una manifestación objetiva eventual. Como dice Rudhyar, "nadie encontrará su estrella en el Cénit sin haber encontrado previamente el centro de su personalidad global".  El Cénit es el polo del empleo consciente u objetivo del poder, el Nadir es el polo del empleo inconsciente o subjetivo del poder, y cuando digo "empleo", quiero también decir abuso o defecto de ese empleo del poder a su disposición.

 El sincronismo entre estas dos clases de poder en el mapa natal determina en todo momento el nivel espiritual de una personalidad. Sin embargo, es preciso no olvidar que la participación de un hombre o de una mujer a la obra del mundo está siempre condicionada, en primer lugar, por la atmósfera de su infancia, sus miedos y sus complejos y por su capacidad de llegar a una auténtica madurez psicológica. Es por esto que la actitud  de alcanzar una posición de prestigio y de poder social está profundamente unida a la clase de relación que se haya tenido con sus padres. Esta relación es la fuente del poder orgánico personal, la fuente de lo que se puede dar más tarde a la sociedad. Por lo tanto, si nos encontramos en un mapa, que los planetas gravitan alrededor de los polos del Meridiano (sobre todo en las Casas 9-10 y 3-4) más que alrededor de los polos del Horizonte debemos de suponer que la persona deberá interesarse sobre todo en la obtención del poder. Si la mayoría de los planetas se encuentran cerca del Nadir, deberá buscar el poder personal, fundaciones personales sólidas. Si los planetas se encuentran más cerca del Cénit deberá buscar el poder social, un fuerte deseo de interpretar un papel público, cualquiera que sean los obstáculos y a pesar de las barreras o las oposiciones que puede encontrar en esta búsqueda. Mientras que el Horizonte es una linea evidente de demarcación entre lo que se encuentra encima de la Tierra y lo que se encuentra bajo el suelo, el Meridiano no es de ningún modo tan evidente en la experiencia humana. Sin embargo, se siente que de alguna manera la vasta cúpula del cielo posee una clave de bóveda y es lo que llamamos Cénit. Se siente también que la Tierra bajo nuestros pies es sólida, esférica y posee un centro. De hecho, la integración no es en primer lugar una cuestión de conciencia, sino de instinto orgánico: el instinto es uno de los nombres que se da al poder de ser integro y de guardar esta integridad. Así el Meridiano se refiere a este poder. La realización de la personalidad y de una participación significativa a la vida orgánica del Todo es un problema de integración, por lo tanto relacionado con el Meridiano. La condición de la personalidad determina el género y la cualidad de la participación. El individuo y la posición social que alcanza son en un sentido opuestos polares, así como las Casas 4 y 10, deben complementarse. De hecho, el principio de polaridad es la piedra angular de toda interpretación astrológica eficaz. Este principio explica por qué todo factor que se estudie en un mapa puede tener un significado negativo lo mismo que positivo, sin considerarlo bajo la tradicional clasificación de bueno o de malo, feliz o desgraciado. No es el factor astrológico el que en si es bueno o malo, feliz o desgraciado, sino el empleo que se hace de él. El Meridiano se refiere al poder a nuestra disposición, cuando se realiza la integración de numerosos elementos en el seno de un todo organizado y estructurado. En la Casa 4, es la integración de la personalidad la que está en juego, así como la estabilidad de sus funciones y de su aproximación fundamental a la vida, que esta aproximación sea determinada por las tradiciones familiares o nacionales, o por el ritmo particular del individuo. La 10 indica la manera mejor y más natural de integrarse individualmente al organismo colectivo -a la comunidad, a la nación, a una profesión. Igual que el Horizonte, el Meridiano es un eje. Definir un polo sin incluir la significación del otro no da un cuadro exacto de la situación o de la persona. Por esta razón, es tan importante incluir el Medio Cielo en toda interpretación del Nadir -o viceversa- como incluir el Descendente en toda interpretación del Ascendente y viceversa.



٠•●♥ૐ Los Signos que se encuentran sobre el Meridiano van a indicarnos el género de poder a buscar y a demostrar en el esfuerzo de integrarse personal y socialmente.

٠•●♥ૐ El planeta regente del Signo del Nadir. nos indica de qué depende la capacidad de generar poder personal, las cualidades del ser que hay que desarrollar. La Casa en la que se encuentra este planeta nos indica en qué dominio de la personalidad y en qué género de circunstancias existirá el mayor desafío a la capacidad de afirmarse personalmente sobre bases sólidas.

٠•●♥ૐ El planeta regente del Medio Cielo nos indica la mejor manera de manifestar el poder de su ego y la Casa en que se encuentra nos enseña en qué campo de experiencia se puede aportar de la mejor manera, su contribución esencial a la sociedad, en condiciones de vida normales.


Observemos de nuevo y más de cerca esta cruz del Meridiano y del Horizonte. Por ejemplo, hay en los que la mayoría de los planetas se encuentran bien sea al Este o bien sea al Oeste del Meridiano. Si esta mayoría se encuentran al Este, hay énfasis sobre el Cénit y el Ascendente y, psicológicamente, sobre el yo, la búsqueda de poder y el empleo del pensamiento. Este énfasis permite pues a la persona ser más fácilmente rector de su vida. Puede decidir más libremente lo que quiere hacer, en la medida en que el pensamiento permite una libertad relativa. En todo caso, la vida exige que la persona tome la iniciativa en todas las cosas. Por el contrario cuando todos los planetas (o una gran mayoría) se encuentran al Oeste del Meridiano, el énfasis está sobre el Nadir y el Descendente y, psicológicamente, sobre los sentimientos y las relaciones humanas. Por esta razón, la persona que tiene estas características en su mapa no tiene la misma libertad de elección que la persona que tiene todos los planetas al Este. Ella debe siempre tomar en consideración las condiciones exteriores y los deseos de los otros, tal como la vida se presenta. El énfasis sobre los sentimientos sugiere también que sus elecciones están condicionadas por factores exteriores, ya que los sentimientos nacen, la mayor parte del tiempo, de la interacción del yo con el no-yo. Según la psicología junguiana hay cuatro modos de ser básicos, cuatro operaciones fundamentales en la manera individual de vivir su vida. Rudhyar relaciona las cuatro funciones y los cuatro ángulos del tema, entre:


٠•●♥ૐ  El Ascendente y la función Intuición

٠•●♥ૐ  El Nadir y la función Sentimiento

٠•●♥ૐ  El Descendente y la función Sensación

٠•●♥ૐ El Medio Cielo y la función Pensamiento


La atribución de la intuición al Ascendente y de la sensación al Descendente es completamente lógica. Para Jung, la intuición es la facultad de la conciencia por la cual percibimos los hechos interiores. La sensación, siempre según Jung, es la facultad que nos permite tomar conciencia del no-yo y de los otros; el Descendente es el punto de partida del hemisferio encima del Horizonte donde se encuentra todo lo que puede ser percibido por los sentidos. En la psicología junguiana, intuición y sensación son funciones opuestas y complementarias, lo mismo que el Ascendente y el Descendente en astrología. Jung califica la intuición y la sensación como irracionales, simplemente porque la conciencia, ya sea del yo o de los otros, no implica ningún razonamiento; es un hecho directo de la vida simplemente. No es sino porque hemos hecho de la razón nuestro dios, tenemos hoy tendencia a dar a la palabra "irracional" un sentido peyorativo. El Meridiano es el eje del poder o de la experiencia concreta. Dicho de otra manera, en el Nadir y en el Medio Cielo, nos encontramos lo que nosotros encarnamos realmente en nosotros, en la continuación del empleo de la intuición y la sensación. Los sentimientos, ligados al Nadir son los resultados concretos de nuestra intuición de lo que somos. Son los frutos de la integración personal, llevada a cabo entre un alma, una psique y un cuerpo. Del mismo modo, el pensamiento ligado al Medio Cielo, así como el poder social, resultan de nuestra experiencia exterior, social y racial, después que la hayamos racionalizado. El pensamiento y lo que nosotros llamamos ciencia son una racionalización de las experiencias proporcionadas por nuestros sentidos y por los instrumentos que son una extensión de ellos. Sentimiento y pensamiento son facultades racionales porque es gracias a nuestros sentimientos y pensamientos que podemos dar una razón a nuestras intuiciones y sensaciones, explicarlas, comunicarlas, utilizarlas de manera más concreta. Una mayoría definida de planetas en uno de los cuadrantes del tema, sugiere un énfasis sobre la función junguiana, correspondiente al ángulo, que se encuentra en el origen:


٠•●♥ૐ   Un énfasis en el cuadrante Sur-Este (la 10, 11 y 12) hace resaltar la función PENSAMIENTO. La persona vive objetivamente y, como está relativamente libre de dudas subjetivas, puede controlar más fácilmente las circunstancias de su vida.

٠•●♥ૐ   Una mayoría de planetas en el cuadrante Norte-Este (la 1, 2 y 3) acentúa la función INTUICIÓN, función inconsciente y irracional. La persona vive pues subjetivamente, no obstante manteniendo un cierto control de las circunstancias. Pero, como ella vive sobre todo en ella misma y concentra su atención sobre el plano subjetivo, puede frecuentemente, dudar de ella misma y de sus posibilidades.

٠•●♥ૐ   Una mayoría en el cuadrante Sur- Oeste (la 7, 8 y 9) revela una vida objetiva y un acento sobre la función SENSACIÓN. La sensación es también una función irracional, por lo tanto, no sometida a las leyes de la razón; pero por contraste con la intuición, la sensación es una percepción consciente, ya sea concreta o estética. La persona vive pues objetivamente pero no controla las circunstancias de su vida. Está dominada por su destino objetivo y por sus relaciones humanas; tendrá pues ocasiones de vivir su vida bajo su verdadera perspectiva.

٠•●♥ૐ   Una mayoría en el cuadrante Norte-Oeste (la 4, 5 y 6) pone de nuevo el énfasis en la vida personal subjetiva y en la tendencia a estar obligado a aceptar las cosas tal como se presenta. Psicológicamente, la función SENTIMIENTO predomina: función racional, como el pensamiento, pero enteramente subjetiva, que consiste en emitir apreciaciones, juicios de valor sobre las cosas, las personas, etc., bien sea con el objeto de aceptarlas o rechazarlas.


Pero esto no quiere decir que alguien que tenga muchos planetas en el cuadrante 1,2 y 3, por ejemplo, será forzosamente muy intuitivo. Tal acento indica simplemente que la persona deberá hacer el esfuerzo de desarrollar sus facultades intuitivas con el objeto de captar el "tono" de su egoicidad y de encarnarla materialmente en la Casa 4, por medio de las experiencias de las Casas 1, 2 y 3. Cada vez que estas Casas y los planetas que en ella contienen sean enfatizados por las Progresiones y los Tránsitos, los acontecimientos o experiencias obligarán a la persona a desarrollar la intuición así como los elementos "únicos" de su naturaleza, con el objeto de realizarse más concretamente, más plenamente. Asimismo, la ausencia de planetas en un hemisferio o en un cuadrante no significa de ningún modo que la función correspondiente no exista. Todos poseemos las cuatro funciones de la misma manera que la introversión y la extroversión tiene un peso relativo en nuestro comportamiento. En la vida nunca es cuestión de esto o aquello, sino siempre de más o menos. Observar el mapa natal para encontrar los diferentes énfasis en el dibujo planetario global, nos ayudará a desarrollar una actitud estética en lugar de una aproximación ética habitual. Podemos empezar a darnos cuenta que ciertos elementos del mapa tienen una significación particular únicamente a causa de su posición con relación al mapa entero. Como dice Rudhyar: "En un dibujo hecho a tinta, todo lo está en negro es tan significativo y necesario como lo que está en blanco; sin uno de los dos no habría ninguna forma y, naturalmente ningún significado". Por lo tanto la ausencia de acento planetario no tiene una significación negativa. Se hace la experiencia consciente de la salud bajo la forma de ausencia de enfermedad, después de una enfermedad. Por ejemplo, el hecho que una persona no tenga planetas en Leo no quiere decir que la persona no tiene corazón; esta ausencia no sugiere una deficiencia cardíaca. Una carencia en Casa 2 no significa que la persona carezca de dinero y posesiones, todo énfasis es relativo en todos los dominios de la vida; debemos aceptar primero una norma para nuestras funciones y las circunstancias si queremos establecer lo que es anormal. Una falta de énfasis en un mapa tan sólo es esto: una falta de énfasis. Cuando todos los planetas o una gran mayoría se encuentran al Este del Meridiano, la persona está llamada a utilizar  su capacidad de tomar decisiones si ella quiere triunfar en la vida.



 Si todos los planetas, o una gran mayoría, se encuentran al Sur o sea encima del Horizonte la persona debe hacer el esfuerzo de desarrollar conscientemente una actitud positiva y de encontrar voluntariamente una atención en los medios de llegar a ser socialmente poderosa y eficaz. Así el Signo y grado del Zodiaco que se encuentran en los cuatro ángulos nos van a indicar la mejor manera y la más natural de funcionar intuitivamente (Ascendente), para las sensaciones (Descendente), para los sentimientos (Nadir) o para el pensamiento (Medio Cielo). Ellos indican lo que existe en nosotros existencialmente, pero que, en muchos casos, jamás ha sido expresado conscientemente, ya que nuestro ego, nuestra yo existencial y social, es moldeado en función de presiones exteriores y no representa de ninguna manera nuestra egoicidad. Por esta razón, el hecho de conocer los grados y Signos en los cuatro ángulos de nuestro mapa nos permiten penetrar más allá de los rasgos superficiales adquiridos hacia las cualidades fundamentales que son verdaderamente nuestras. Esta mejor manera de utilizar las cuatro funciones básicas, hubieran sido espontáneas si nuestro instinto, nuestra intuición no hubieran sido atrofiados por la familia o por la sociedad. Pero en el estado actual de cosas esto que es lo más natural para nosotros no es tan evidente. La fuerza de la astrología humanística reside en su capacidad de ayudar a los que deseen vivir conscientemente, única manera de llegar al cumplimiento de su destino particular.

fuente:  astrologiapsicologiaholistica.**Los dioses de la sincronicidad
A



Jung considera dos actitudes fundamentales, pero complementarias en la vida: la introversión y la extroversión. Ni una ni otra existen en estado puro, ni hay un Yang ni un Yin puro. Pero existe un predominio relativo de una de estas dos actitudes en cada uno de nosotros. Hay entre las dos una diferencia esencial: para el extrovertido hay un movimiento hacia el exterior, interés por los objetos y las relaciones o valores objetivos; mientras que, para el introvertido el interés se aleja del objeto y va hacia el sujeto que se interesa principalmente en sus propios procesos psicológicos. El extrovertido ve todo de lo que le llega objetivamente; el introvertido ve todo lo que le llega en función de su conciencia. Cada actitud tiene un valor relativo. El introvertido centrado en su propia subjetividad tiene una base más segura, permanente y valorable más que el extrovertido que depende del objeto. Del mismo modo que el extrovertido no comprende cómo un punto de vista subjetivo puede ser más importante que la situación objetiva; el introvertido no comprende por qué el objeto debe ser siempre el elemento decisivo. Jung ha encontrado estos dos tipos en todos los niveles sociales y tanto entre los hombres como entre mujeres. Y ha llegado a la conclusión que la distribución tan universal no podía ser el resultado de una elección de actitud consciente y deliberada, sino que la causa era inconsciente e instintiva. Puesto que los niños incluso en una misma familia, muestran una actitud típica evidente en uno u otro sentido, no se puede decir que esta actitud proceda bien sea de la influencia de los padres, bien sea de la lucha de la existencia. Para establecer de manera muy general la introversión o la extroversión en un mapa, se puede observar el predominio de los planetas, bien sea por encima o por debajo del Horizonte. El Horizonte, psicológicamente hablando, simboliza la conciencia nacida del sentido de las diferencias. Para la conciencia humana hay, en primer lugar lo que se llama "yo" o "mi" y, por consiguiente lo demás, cosas o personas que no son "yo". Hay pues, oposición constante, "yo" y todas las entidades que se encuentran fuera de "mi". Esta oposición es el significado básico de los dos polos. -Ascendente  y Descendente- del eje horizontal del tema. El trabajo de la conciencia consiste en unir de algún modo el yo y todo lo que no es yo. La conciencia nace de la interacción constante entre el yo y el no-yo, entre la percepción de lo que se es -quién y qué- y la percepción de lo que son todas las demás personas y cosas.


٠•●♥ૐ  La aproximación subjetiva de la conciencia, la vía introvertida, se ve en el Ascendente y se desarrolla a través de las seis Casas bajo el Horizonte.

٠•●♥ૐ  La aproximación objetiva de la conciencia, centrada sobre el objeto, la vía extrovertida, se ve en el Descendente y se desarrolla a través de las seis Casas encima del Horizonte.

Como consecuencia en el caso en que las Casas bajo el Horizonte, estén particularmente cargadas de planetas, hay un énfasis sobre el desarrollo de la percepción individual, sobre todo lo que está condicionado por el yo y su carácter propio. Por el contrario cuando las Casas encima del Horizonte contienen a la mayoría de los planetas, el interés principal es el desarrollo de la percepción objetiva, de la conciencia social, de todas las cosas que están condicionadas por el no-yo: al mundo de las sensaciones y de las relaciones ínter-personales. Comprendemos pues que el Horizonte es el símbolo de toda especie de diferenciación.



Apliquemos ahora estas ideas generales a un mapa particular. Puesto que el Horizonte simboliza la conciencia que nace del sentido de diferencia, podemos decir que el Ascendente se refiere esencialmente a todo lo que se diferencia a una persona de la media humana. Se encuentra en él, su verdadera individualidad, aquello que la hace única, todos los factores -físicos, psicológicos y espirituales- que la distinguen. El Signo sobre el Ascendente nos dirá qué cualidades deberá manifestar la persona para encontrar su camino distinto. El polo complementario, el Descendente, muestra esencialmente cómo encontrará la persona el mundo exterior en general y, más particularmente las personas con las cuales ella se asocia de manera intima o estrecha. Debemos siempre guardar en el espíritu la reciprocidad del Ascendente y del Descendente considerados como los dos polos del eje horizontal del mapa. No podemos jamás separar lo que somos individualmente, de la manera en que vemos a los demás y al mundo exterior. Cada polo del eje horizontal debe ser visto como una forma de compensación psicológica por los valores revelados en el otro polo (valido para todos los ejes). El individuo no existe en el vacío; se ve constantemente modificado por sus relaciones con el no-yo. Unas veces el yo es el polo positivo, y otras veces éste, será el no-yo. Los cambios constantes, en los cuales el yo es tanto activo, como pasivo, son las fuerzas motrices necesarias al desarrollo de la conciencia. Cuando se observa el mapa en su conjunto encontramos que los planetas gravitan sobre todo alrededor del eje horizontal (en particular en las Casas 12-1 y 6-7), podemos deducir que la persona deberá ocuparse sobre todo del desarrollo de la conciencia. Si la mayoría de los planetas se encuentran cerca del Ascendente, el esfuerzo principal deberá dirigirse al desarrollo de la conciencia del yo; si se encuentran cerca del Descendente, el problema principal de la vida será el desarrollo de la conciencia de los otros, del mundo exterior y de sus leyes, de todas las entidades sobre las que la persona no tiene ningún control inherente, pero con las que, la vida le exige una interdependencia.

 Tenemos pues, el nacimiento de la conciencia subjetiva del yo en el Ascendente y el nacimiento de la conciencia objetiva del universo y de los otros en el Descendente. Los dos polos del Horizonte son los puntos de partida de un proceso que debe desarrollarse a través de las Casas siguientes. En la vida de la personalidad hay dos principios constantemente en obra; son el principio de diferenciación y el principio de integración. El término diferenciación es usado para designar el proceso que divide una masa simple y homogénea en numerosas unidades complejas separadas. Una nebulosa se diferencia, por ejemplo, en estrellas, en soles y en planetas; el huevo fecundado se diferencia en células, órganos, etc. Por otra parte, la palabra integración expresa el proceso por lo cual la unidad separada reconoce su relación con y su dependencia de un todo más grande, y se asocia enseguida a otras unidades individualizadas, con el propósito de actuar intencionalmente unidos en los limites de ese todo. Podemos también interpretar estos principios llamándoles respectivamente "conciencia" y "poder", porque todas las experiencias humanas pueden ser evaluadas en términos de conciencia y de poder. Sin conciencia, todo poder se manifiesta en un nivel por debajo de la humanidad; sin poder, la conciencia será una abstracción, una esencia o un soplo sin sustancia, sin ningún contacto con la existencia. En astrología, el Horizonte es el símbolo de todas las diferenciaciones. Es la linea de demarcación entre lo visible e invisible, entre lo que está encima y lo que está debajo, entre el cielo y el suelo de la Tierra, entre la vida objetiva o exterior y la vida subjetiva o interior.


Todo lo que se encuentra encima del Horizonte se refiere esencialmente a la experiencia humana del cambio, a la actividad objetiva del ser humano que ata ya desata sin cesar sus contactos con las cosas y las personas. Mientras que todo lo que se encuentra debajo del Horizonte se refiere esencialmente a lo que es, al menos relativamente permanente: a nuestro yo consciente, a la vida interior, a todos los valores sólidos de base para su experiencia. Sobre la base de esta distinción fundamental se desarrollan todas las otras diferencias. El Horizonte se refiere a un hecho indiscutible y absolutamente evidente, al hecho más esencial de la conciencia humana. Hay lo que, de una manera o de otra, yo llamo la "mismidad" y todas las otras cosas o entidades que no son "yo-mismo" con oposición o conflicto continuo entre el "yo" y el "no-yo". Esta oposición está representada principalmente por las dos extremidades del Horizonte: el Ascendente al Este y el Descendente al Oeste. El Ascendente representa el "yo"; el Descendente el "no-yo", otro. Ser consciente es relacionar de una manera o de otra el yo a todas las otras cosas. Es darse cuenta al mismo tiempo que yo soy y que mi existencia está mezclada a la de millones de otras entidades. Es por lo que el Horizonte simboliza la conciencia. Podemos decir que el Ascendente representa la manera esencial por la cual una persona difiere de la media humana: su unicidad, su individualidad. El Descendente,  representa la manera esencial en que la persona encuentra el mundo exterior en general y, más particularmente, aquellos con los que está asociada íntimamente en un plano de igualdad. El Ascendente revela cada trazo del cuerpo, del mental y del espíritu, que hace resaltar a una persona y le da un carácter particular, original y relativamente único. El Descendente revela las condiciones particulares de todas las relaciones significativas que tiene la persona con aquellos con los que pueda ser verdaderamente ella misma. Los rasgos distintivos, revelados por el Ascendente, pueden ser las cicatrices, una forma especial de cabeza, una expresión particular de los ojos o de la boca, o pequeñas manías, hábitos personales. Sin embargo en numerosos casos, el AS. sólo no da los rasgos de la persona, la presencia de planetas en la 1 pueden modificar estos datos, además, el Descendente revela el género de contacto que el individuo establece con su medio, su nación o su raza. Si está fuertemente influido por factores colectivos.


Sus rasgos pueden también revelar el acento del Signo que se encuentra en el Descendente. Cada uno de nosotros lleva de una manera o de otra, la huella de sus actividades más características; y los planetas próximos a uno de los cuatro ángulos del tema son casi siempre el símbolo de actividades que influencian fuertemente la estructura de la personalidad. Se puede interpretar el dualismo Ascendente-Descendente considerando la naturaleza de los planetas que "gobiernan" los Signos de cada polo (esto es así para todos los Ejes del tema). El genio único y original simbolizado por el Ascendente está al principio latente: puede manifestarse concretamente o no. Es función del planeta regente sugerir respuesta, si es positiva la vida de la persona es triunfar en virtud de valores espirituales y creadores, el hombre llega a ser lo que debe ser. Si la respuesta es negativa, entonces el hombre no llega a realizar concretamente su potencial. Puede triunfar según nuestra forma de juzgar el éxito de una vida en función de valores sociales; pero el objetivo más significativo contenido en su nacimiento no se realiza. La astrología puede sugerir bajo qué condiciones la persona podrá revelar su genio individual latente según la posición por Signo y Casa del planeta regente. Este planeta simboliza el género de energía o de actividad que permite a la persona aportar una contribución única en la vida. Si el Ascendente revela la unidad del individuo, el Descendente revela como este individuo único y original encuentra a otros individuos, como establece con ellos relaciones estrechas; porque, tan sólo por medio de estas relaciones puede probar y desarrollar su propio genio. Se puede incluso decir que, en muchos casos, su manera personal de abordar la relación humana no le permiten poner su genio plenamente en valor. Por lo tanto, será necesario hablar del planeta regente ¿o debemos tomar en consideración como "segundo planeta regente", al que gobierne el Descendente? A mi parecer, es necesario tomar los dos en consideración, pero el planeta regente del Ascendente es el factor positivo: el revela el poder dinámico que activa el genio individual. Por lo contrario, el planeta que gobierne el Descendente enseña cómo se debe exteriorizar su genio potencial si se desea conseguir su vida espiritualmente (o realizar); se refiere al género de cooperación que el individuo puede esperar de sus asociados íntimos y del mundo exterior, cooperación que él puede estimular según su actitud personal con los otros.

FUENTE: astrologiapsicologiaholistica.**Los dioses de la sincronicidad

sábado, 8 de septiembre de 2012

Los Tránsitos de los planetas transpersonales y su significado mitológico junguiano**TRANSITOS DE PLUTON





Los Tránsitos de Plutón ******
La gente tiende a sentir miedo de los Tránsitos de Plutón, y su razón tienen, porque nos las vemos aquí con el dios de la muerte, cuyo dominio es el submundo tenebroso y sombrío. Con frecuencia, los Tránsitos de Plutón nos pone dolorosamente en contacto con la muerte. En algunos casos esto hay que entenderlo literalmente -nuestra muerte o la de alguien próximo a nosotros-, pero lo más común es que correspondan con muertes psicológicas o "muertes del yo": la muerte de una parte de nosotros mismos tal como nos conocemos. Casi todos establecemos y reforzamos nuestra identidad aferrándonos a cosas que nos proporcionan una cierta sensación de quiénes somos. La gente con quien nos asociamos, la persona con quien nos casamos, el trabajo que hacemos, el dinero que tenemos en el banco, los hijos que traemos al mundo, la religión o filosofía que abrazamos... todo esto nos ayuda a configurar y sostener nuestra identidad. En el curso de nuestro desarrollo, además, vamos formándonos opiniones o creencias sobre nosotros mismos y sobre la vida "de afuera, y esos "guiones" o "anunciados vitales", como se les suele llamar, también contribuyen a nuestro sentimiento de identidad. El guión de una persona puede ser: "Soy capaz de alcanzar lo que quiero"; el de otra quizá sea: "Yo siempre pierdo". Un anunciado vital podría ser: "El mundo es un lugar seguro en el que puedo confiar", en tanto que otro quizá seria: "El mundo es peligroso y está empeñado en destruirme". Configuramos nuestra identidad psicológica no sólo por mediación de nuestras relaciones o de un trabajo, una vocación o un talento, sino también mediante este tipo de anunciados y de creencias sobre la vida y sobre nosotros mismos: forman parte de nuestra mitología personal y pueden ser inconscientes, en cuyo caso no los cuestionamos. Bajo la influencia de un Tránsito de Plutón cualquiera de los "soportes" de los que derivamos nuestra identidad puede desplomarse o estropearse irremediablemente, porque con Plutón no hay marcha atrás ni retorno a la inocencia. Este tipo de muertes psicológicas es bastante frecuente: todos hemos experimentado el final de un "capitulo" de nuestra vida, el término de una carrera o de una amistad importante: la muerte de nosotros mismos tal como nos hemos conocido. Cuando está en juego Plutón, sin embargo, ese dolor puede, además, hacer aflorar a la superficie emociones mucho más oscuras -rabia, o un tremendo sentimiento de humillación- que nos obligan a reconocer la ferocidad con que nos aferramos a las cosas. Incluso renunciar a vínculos negativos -a una mala relación, a un trabajo insatisfactorio o a un "guión de perdedor"- nos exige reconocer la magnitud de nuestro sentimiento de pérdida e impone a nuestra vida reajustes muy importantes. Ya podemos tener perfecta consciencia de que lo mejor que podemos hacer es desprendernos de una relación insatisfactoria o destructiva -podemos pasar años en psicoterapia intentando transformar los modelos negativos que arrastramos desde de la niñez-, y sin embargo seguimos teniendo una sensación de pérdida y estando mal dispuesto a liberarnos de estos lazos. En un nivel intelectual podemos saber que hacerlo significará un renacimiento y que los cambios serán positivos, pero aun así la muerte de nuestro apego nos da miedo y nos duele.
  
Bienaventurados los que lloran, y especialmente los que aprenden que el llanto y el duelo no sólo están hechos de dolor y tristeza, sino también del enojo o de la culpa que sentimos por nuestra pérdida. Podemos estar enojados porque algo en lo que confiábamos nos abandona, o irritarnos con nosotros mismos por no haber renunciado antes a una parte gastada de nuestra vida. Podemos sentirnos responsables de haber causado la muerte de alguien o de algo que se ha ido para no volver, o culpables porque los cambios que estamos experimentando dañan o perturban a los seres que nos rodean. Para facilitar nuestro proceso de muerte y renacimiento, necesitamos tener humildad y paciencia, e ir dando tiempo a todos los sentimientos movilizados por la pérdida, porque sólo entonces podremos abrirnos plenamente a ese "yo" nuevo y desconocido que pugna por nacer. No hay manera de evitar el dolor, ni es fácil hacer el duelo: especialmente bajo la influencia de un Tránsito de Plutón, aprendemos que cualquier intento de luchar "heroicamente", cualquier obstinación en hacernos valer contra él, no consiguen más que hacer más profunda nuestra angustia. El ego -nuestro sentimiento de ser un "yo-aquí-dentro"- intenta salvaguardar estos apegos internos o externos que le dan un sentimiento de estabilidad y de solidez. Al ego no le interesa autodestuirse. Sin embargo, Plutón, el dios del mundo subterráneo, representa una fuerza que opera desde más abajo del nivel superficial de la consciencia, y que se opone a los esfuerzos de autopreservación del ego. Plutón simboliza aquella parte se nuestro psiquismo que inconscientemente "organiza" o atrae situaciones mediante las cuales nos desmorona, y no simplemente porque intervenga un factor "maléfico". Es verdad que Plutón nos desgarra, pero lo hace con un objetivo en vista: para que podamos reconstruirnos de otra manera. El Tránsito de Plutón puede crear dolor, crisis o dificultades, pero lo hace en nombre del crecimiento y del cambio necesario. Nuestra naturaleza auténtica y más profunda, aunque irreconocida para la mayoría de nosotros, es ilimitada e infinita. Si derivamos nuestra identidad principalmente de "soportes" -ya sean éstos cosas o creencias determinados o con una única imagen de nosotros mismos, el Tránsito de Plutón puede desbaratar estos apegos e identificaciones. Y lo hace para ayudarnos a que nos identifiquemos nuevamente de una manera más amplia. La Casa o el planeta que Plutón afecta en su Tránsito nos muestra los ámbitos de la vida en donde se están demoliendo y reestructurando los cimientos. 


Las imágenes de Escorpio

Escorpio, uno de cuyos regentes es Plutón, es un Signo complejo, porque a diferencia de los demás, que generalmente tienen un único símbolo -Aries el carnero, Tauro el toro, Géminis los gemelos, etcétera-, Escorpio tiene varias representaciones distintas: el escorpio, la serpiente, el águila y el fénix. Además, Escorpio es mucho más que un mero Signo del Zodiaco donde uno puede tener el Sol, Venus, Marte o el Ascendente; representa también una faceta de la vida a lo cual todos estamos sometidos: el proceso cíclico de cambio, decadencia, muerte y renovación. 

٠Las imágenes del descenso

El dominio de Plutón era el submundo, y en términos psicológicos el submundo es sinónimo del inconsciente. El yo es el centro de la consciencia, el centro de aquello de lo que tenemos consciencia en nosotros mismos, o con lo que nos identificamos. Sin embargo, más allá del nivel de percepción consciente del yo está el inconsciente, el conjunto de todos los atributos y elementos de nuestro ser con los cuales aún no hemos establecido contacto o que no hemos integrado. Por naturaleza, la vida avanza hacia la integración y la totalidad, y Plutón sirve a este impulso haciendo estallar las fronteras y los puntos de referencia del yo y obligándonos a reconocer aquellas partes de nosotros que el yo a excluido de la consciencia. En nombre de la totalidad, este planeta nos obligará a enfrentarnos con cualquier cosa que esté sepultada en nosotros, trátese de potencialidades intocadas o de nuestros propios demonios y complejos reprimidos. Los Tránsitos de Plutón evocan imágenes de descenso: un viaje al submundo del inconsciente, una incursión para descubrir lo que está oculto en nuestro interior. Es preciso insistir una vez más en el inconsciente no es sólo un almacén de emociones, sentimientos y complejos negativos o destructivos que nos negamos a reconocer, por más que no serán escasos los "demonios" de esta clase que encontramos al acecho en las profundidades de nuestro psiquismo. En el inconsciente hay también rasgos positivos potenciales que esperan ser reconocidos e integrados. Más adelante estudiaremos el tesoro que se oculta en nuestro inconsciente, pero primero debemos hacer frente a la bestia..
Hércules y la Hidra

En su viaje de individuación, Hércules tuvo que cumplir doce tareas o trabajos. La octava tarea, la de matar a la hidra, ejemplifica el tipo de lecciones y de problemas con que tropezamos por obra de Escorpio y de Plutón. Los Tránsitos de este planeta, en particular, suelen designar una fase de la vida en que tenemos que combatir con la hidra, la bestia que hay en nosotros. El octavo trabajo de Hércules comienza cuando su maestro le asigna la tarea de matar a la Hidra, un monstruo de nueve cabezas que ha estado devastando las tierras de Lerna. Pero antes de salir en busca de la hidra, su mentor ofrece a Hércules un consejo bien preciso: Nos elevamos arrodillándonos; conquistamos entregándonos; ganamos renunciando. Equipado con su garrote y con este aforismo, Hércules inicia su búsqueda de la bestia. La Hidra es difícil de encontrar... Como las emociones soterradas que se ocultan en el fango del inconsciente, la hidra se oculta en una "caverna de perpetua noche" situada junto a un fétido pantano; es decir, en una parte de nosotros que se resiste muchísimo a la "iluminación" o explicación racional.

Cuando localiza la caverna, Hércules dispara sus flechas hacia el interior con la esperanza de hacer salir a la Hidra, pero ésta no se mueve. Finalmente, el héroe sumerge sus flechas en brea, las enciende y, llameando, las envía hacia el interior de la guarida del monstruo. Furiosa, la Hidra emerge de su morada, con ánimo asesino y vengativo. Al disparar sus flechas llameantes al interior de la cueva, Hércules ha conseguido que la Hidra salga de su escondite. De la misma manera, bajo los Tránsitos de Plutón, provocamos - ya sea consciente o inconscientemente- situaciones que nos obligan a enfrentarnos con la bestia que llevamos dentro, o que se oculta en las personas que nos rodean. Ahora la Hidra está en la marisma, y Hércules de pie frente a ella. Armado con su querido garrote, se levanta para enfrentarse con la Hidra e intenta cortarle las cabezas, pero cada vez que una de ellas cae, aparecen tres más en su lugar. El intento de matar de esta manera a la hidra es un reflejo de la forma en que procuramos destruir nuestras emociones bestiales apartándolas de la consciencia; y sin embargo, siguen reapareciendo, cada vez más furiosas y encolerizadas. Finalmente, Hércules recuerda el consejo de su maestro: Nos elevamos arrodillándonos; conquistamos entregándonos; ganamos renunciando. En vez de seguir atacándola de pie, se arrodilla en la ciénaga, sumergiéndose en el fétido lodo, y sujetándola por una de las cabezas, levanta a la Hidra a la luz del día, donde comienza a marchitarse. Sólo tiene fuerza cuando está en el pantano; cuando se la lleva a la luz, pierde su poder destructivo. Hércules puede entonces cortarle todas las cabezas sin que ninguna renazca; sin embargo, después de haberle cortado las nueve, aparece una décima: el héroe se da cuenta de que ésta es una joya y la entierra debajo de una roca. ¿Qué significa todo esto? Si se las deja corromperse en las aguas estancadas del inconsciente, nuestros ciegos impulsos instintivos y nuestros complejos infantiles (nuestra temprana rabia destructiva, el odio hacia nosotros mismos, la envidia, los celos, la codicia, la lujuria) tienen un enorme poder sobre nosotros. Pero si los traemos a la luz del día, a la luz de la consciencia, y los mantenemos ahí, empiezan a perder fuerza. Aquello de lo que somos inconscientes tiene una especial manera de acercarse a nosotros por la espalda para atacarnos inesperadamente. Sin embargo, si somos conscientes de ello, tenemos más probabilidades de dominarlo. Por ejemplo, si no admitimos nuestros celos ocultos, encontrarán maneras disimuladas de expresarse. Nuestra pareja se comporta de tal manera que nos sentimos celosos, pero insistimos en que no es así... por más que después nos pasamos varios días actuando con frialdad, con aire distante, o echándole en cara la superficialidad con que se conduce en las fiestas. Pero sacamos los celos del pantano para llevarlos a la luz del día, creamos la posibilidad de analizar esta parte nuestra y de aprender muchas cosas sobre nosotros mismos. Esta clase de examen puede llevarnos a descubrir una rivalidad edípica que no sospechábamos, o un resentimiento hasta ahora no reconocido con nuestros padres porque prestaban más atención a uno de nuestros hermanos que a nosotros. En otras palabras, podemos descubrir los orígenes de los sentimientos que dirigimos a nuestra pareja. Al hacerlo, somos más capaces de distinguir en qué medida lo que sentimos es adecuado para la situación actual y en qué medida pertenece a emociones no resueltas del pasado. Si insistimos en negar nuestros celos, o en que no tenemos nada que ver con ellos, una exploración como ésta no es posible. La Hidra sigue estando en el pantano y manteniendo sobre nosotros su poder destructivo. La clave de la conquista de la Hidra no reside sólo en sacarla de la ciénaga. Hay mucha gente que libera a la Hidra de su represión inconsciente y termina en la cárcel o en el manicomio. La clave está en sacarla de la ciénaga y sostenerla allí, a la luz de la consciencia. Sostener es un término psicológico íntimamente relacionado con la idea de contención. Sostener significa reconocer y aceptar toda la gama de los sentimientos, permitiéndoles espacio, pero sin manifestarlos indiscriminadamente. Podemos escribir, pintar o dibujar para expresar nuestras emociones, o sacarlas a la luz durante una psicoterapia, en el curso de la cual puede suceder que un cliente desentierra un profundo enojo dirigido contra su madre o su padre, y entonces lo transfiera al terapeuta. De esta manera, las sesiones de terapia se convierten en el receptáculo de estos sentimientos de cólera hasta que el cliente los tenga resueltos y pueda pasar a otros problemas. En vez de negarlos, juzgarlos o condenarlos, se examinan y se les concede espacio. (Incluso fuera del contexto terapéutico, las mejores relaciones son las que tienen la capacidad de contener tanto el amor como el odio que inevitablemente sentimos hacia la otra persona. Es imposible tener intimidad con alguien sin que se movilicen nuestras primeras emociones infantiles. Una relación sana es capaz de aguantar y contener tanto los buenos como los malos sentimientos.) 

Cuando Hércules saca la Hidra de la ciénaga y la sostiene en el aire por uno de sus cuellos, el monstruo pierde su poder. No es fácil, y es posible que lleve cierto tiempo, pero lo mismo se puede hacer con nuestros celos, con la rabia, la envidia, la lujuria y cualquier otro impulso instintivo básico que tengamos encerrado dentro. Podemos sacarlos del inconsciente, aceptarlos como partes de nosotros (por más que la sociedad nos haya dicho que no debemos tener esos sentimientos) y examinarlos a la luz del día. Al establecer una relación con los sentimientos que hemos estado negando, creamos la posibilidad de transmutar estos aspectos de nuestra naturaleza. Después de que Hércules ha levantado a la Hidra y le ha ido cortando las nueve cabezas, aparece una décima que es una joya. Al final, el monstruo le brinda algo precioso. El poeta Rilke dice sobre un tema similar:

  Quizá todos los dragones de nuestra vida
  sean princesas que sólo esperan vernos
  una vez hermosos y valientes.
  Quizá todo lo terrible sea,
  en su ser más profundo,
  algo desvalido que quiere que lo ayudemos.

Al aceptar, contener y elaborar nuestros complejos infantiles, nos volvemos a conectar con partes de nosotros que hemos desterrado y reprimido. Aunque estos complejos reaparezcan al principio en forma negativa, la energía en ellos contenida, que antes negábamos pero ahora reclamamos, volverá finalmente a estar disponible para reintegrarse en nuestro psiquismo de maneras más constructivas. No sólo liberaremos la energía aprisionada en los complejos, sino que recuperaremos también, para darle usos nuevos, toda la energía que hemos estado empleando para reprimirlos. Nada de esto es posible mientras no nos hayamos enfrentado a la bestia y la hayamos admitido nuevamente en la consciencia. Finalmente, la batalla con nuestra Hidra nos dejará mucho más vivos y más presentes, ya no fuera de contacto con el rico lado instintivo de nuestra naturaleza... ya no viviendo la vida solamente del cuello para arriba. Rilke escribió también: <>. Solamente si aceptamos nuestro odio podremos optar por el amor. Sólo después de haber aceptado nuestra cólera podemos decidir que seremos comprensivos. De otra manera, no estaremos haciendo otra cosa que fingir que somos amables.

El rapto de Perséfone: Plutón enamorado

Según la mitología, Plutón usaba un casco que lo volvía invisible cuando abandonaba el averno. Representa, pues, una fuerza que opera por debajo del nivel superficial de la consciencia, una faceta de nuestra psique que atrae inconscientemente situaciones que hacen que nos desmoronemos para volver a reconstruirnos de otra manera. Plutón sólo subió a nuestro mundo en dos ocasiones, una vez en el intento de sanar una herida, y la segunda para raptar a Perséfone. Los Tránsitos de Plutón se suelen experimentar con la máxima claridad en problemas que tienen que ver con la salud y con las relaciones. Encontramos a Plutón en la enfermedad, cuando las toxinas y los venenos son atraídos a la superficie y eliminados del cuerpo para que el organismo vuelva a funcionar bien. También tropezamos con el dios del mundo subterráneo en las relaciones, cuando afloran a la superficie y quedan al descubierto complejos emocionales. Los Tránsitos de Plutón pueden aportarnos relaciones nuevas o bien crear, en las que ya existen, tensiones destinadas a movilizar y reactivar lo que está sepultado en nuestro interior. De nuevo podemos dirigirnos al mito para ampliar y profundizar lo que sabemos sobre los efectos de Plutón en esta esfera de la vida.
  
En primavera encontramos a la doncella Core jugando en un campo con otras diosas virgenes, feliz y contenta en el abrazo protector de su madre, Deméter, la diosa de la Tierra. Core es joven e inexperta, y vive en paz en el mundo superior, sobre la Tierra, en el nivel superficial de la vida, pero Afrodita, la diosa del amor sensual, al mirarla desde el Olimpo, la encuentra increiblemente ingenua e inocente. En su condición de compensadora de desequilibrios, Afrodita decide dar una lección a Core, y ordena a Eros que hiera a Plutón (que está en las inmediaciones) con una flecha de amor. Sin darse cuenta de que es una flor asociada con el mundo subterráneo, Core corta un narciso. La Tierra se abre y de ella emerge Plutón, en su carroza negra tirada por cuatro caballos que exhalan fuego. Plutón secuestra a Core, se la lleva al submundo, y allí la viola. En un abrir y cerrar de ojos, Core se ha visto arrebatada de la pradera primaveral de un mundo alegre y soleado y se halla ahora en un lugar oscuro y desconocido, un sitio de pasión, sexualidad y emociones intensas. Tras esto, el nombre de Core pasa a ser Perséfone, que significa "la que ama la oscuridad". Iniciada por Plutón en la condición de mujer, ya no es una doncella. Simbólicamente al menos, se ha liberado de la dominación de su madre, y es ahora una mujer por derecho propio. Deméter, angustiada por la pérdida de su única hija, se hunde en una profunda depresión y prohibe que los cereales crezcan y que los árboles fructifican. Durante siete años el mundo entero es frío y árido, y la humanidad se muere de hambre. Finalmente los dioses, preocupados al ver que no quedará nadie que les rinde culto, interceden y consiguen que Perséfone pueda reunirse con su madre. Como Perséfone ha probado las granadas del mundo subterráneo (una manera simbólica de decir que su sangre se ha derramado y ella ha perdido su virginidad), se le permite volver al mundo terrestre sólo durante seis meses al año. Los meses restantes debe pasarlos con su marido, Plutón, en su papel de reina de los infiernos.  A los griegos este mito les servía de explicación de cómo llegaron a existir las estaciones. Antes del rapto de Core, la primavera y el verano eran eternos: pero ahora, cada vez que Perséfone tiene que separarse de su madre para volver al mundo subterráneo, Demeter hace su duelo: los árboles pierden las hojas, las cosechas se acaban y llega el invierno. El mito hace referencia a un pasaje, a un rito de iniciación: el adolescente debe salir del útero de la familia o de los antepasados para así llegar a ser una persona por derecho propio. Pero no importa la edad que tengamos: el mito también expresa lo que sucede cuando nos entregamos a una relación de apasionada intimidad. Como Core, por mediación del amor nos vemos hundidos en el mundo subterráneo, donde nos enfrentamos con nuestros ocultos complejos emocionales. La intimidad deja al descubierto el secreto mundo interior del bebé que sigue vivito y coleando en nuestro inconsciente: un mundo de pasión, rabia, envidia, codicia, lujuria y celos. Quizás en un momento dado nuestra pareja no puede darnos precisamente la que queremos o necesitamos, y ahí resurge, en nuestro interior, el niño celoso, temeroso del abandono y de la muerte. Hay veces en que sentimos que seriamos capaces a matar a nuestros seres amados, y otras en que queremos destruir o arruinar una relación porque no aceptamos el poder que tiene el otro para hacernos sentirnos tristes o felices, realizados o insatisfechos. La intimidad remueve en nosotros todas estas emociones. ¡Y nos habían dicho que el amor proporcionaba un estado de ánimo jubiloso! Finalmente Perséfone llega a ser señora de dos mundos. Se siente cómoda en el mundo de arriba, viviendo en el nivel superficial de la vida. Es capaz de ser ligera, natural, alegre e inocente, y de hablar de menudas trivialidades. Pero también está familiarizada con el submundo: ha conectado con las emociones más oscuras, que viven debajo del umbral de la consciencia. Bajo la influencia de un Tránsito importante de Plutón, nosotros también podemos tener la experiencia de Perséfone, también podemos enfrentarnos con el mundo subterráneo de nuestras propias emociones destructivas mediante el catalizador de un relación intima. Como el caso de Perséfone, una vez violado por Plutón nuestro sentimiento de quiénes somos, descubrimos más cosas sobre nosotros mismos y sobre lo que está al acecho en nuestras profundidades. Y como perséfone, podemos volver a nacer como una persona nueva y más entera.



Plutón, el que equilibra

En el mito de Perséfone, Afrodita se vale de Plutón para alcanzar sus objectivos: iniciar a Core, la doncella ingenua e inocente, en otro aspecto de la vida. En este sentido, Plutón actúa como un principio de equilibrio; allí por donde este planeta transita en el mapa es donde se nos muestra otra dimensión de nosotros mismos, un lado que hemos negado o del que no hemos hecho caso. Si estamos excesivamente identificados con el principio "masculino" o Animus (autoafirmación, poder y logros externos), un Tránsito de Plutón puede despojarnos de nuestro poder y de nuestro empuje para ponernos más en contacto con el lado más "femenino" de la vida, con el Anima, esto es, el ámbito del alma, de los sentimientos y de las relaciones. Si estamos manifiestamente identificados con el Anima y derivamos nuestra identidad principalmente de lo que la otra persona necesita o quiere que seamos, entonces Plutón puede privarnos de esa relación para que nos seamos obligados a descubrir quiénes somos por derecho propio. Si en algún sentido hemos pasados por un proceso de envanecimiento y nos sentimos dioses o seres sobrehumanos, los Tránsitos de Plutón nos devolverán a nuestro tamaño natural. Si nos hemos "tragados enteros" los valores de nuestra cultura y de nuestra sociedad, Plutón nos pondrá frente a opciones y tentaciones que nos aparten de la norma y -para nuestro escándalo y sorpresa- nos hará ver otros aspectos de nuestra naturaleza y otras maneras de vivir que son radicalmente diferentes de los que nos inculcaron nuestros padres o la sociedad. Plutón es también el vengador de la ley natural. Toda cosa viviente tiene su lugar y sus limites: si nos aventuramos mucho más allá de esos limites, un Tránsito importante de Plutón desatará  sobre nosotros a las Furias, quizá bajo la forma de una enfermedad, y entonces el dolor y el sufrimiento serán los mensajeros que nos informan que algo se ha desencaminado, que en algún sentido nos hemos desequilibrado. Si no hemos hecho caso de ninguna de sus advertencias anteriores, Plutón se valdrá del cuerpo para obligarnos a escuchar. La enfermedad puede ser el único camino que le quede abierto para someternos y cambiarnos. La enfermedad hace subir a la superficie las toxinas y los venenos ocultos, de modo que pueden ser eliminados y el cuerpo se purifique. En algunos casos, este tipo de enfermedades purificadoras pueden facilitar la regeneración psicológica de complejos y trastornos emocionales que se arrastran desde hace largo tiempo.

La Diosa Oscura

Perséfone no es más que una de las muchas figuras míticas que se han transformado mediante un viaje por el mundo subterráneo. Supuestamente el mito más antiguo del que se tenga noticia (registrado en tabillas de arcilla en el tercer milenio antes de Cristo), también la leyenda sumeria del descenso de Inanna ilustra el tipo de cambios que se asocian con Plutón cuando este planeta transita por puntos importantes del mapa. Inanna, una primera forma de Ishtar, es una diosa de los cielos: es radiante y vivaz, sensual y alegre, y su vida se desenvuelve con relativa fluidez. Pero tiene una hermana perversa, Ereshkigal, que vive en los infiernos, y cuyo nombre significa literalmente "la señora del gran lugar de abajo". La mitología griega es comparativamente tardía, y antes de los griegos el mundo subterráneo estaba regido por una diosa, no por un dios. En este sentido, Ereshkigal es una forma anterior de Plutón. Cuando se inicia el relato, el marido de Ereshkigal acaba de morir, Inanna se siente obligada a viajar a los dominios de Ereshkigal para acudir al funeral. Tiene que descender a un lugar que realmente no le gusta, a una región con la que no está familiarizada, a un reino que no es el suyo. Cuando Inanna llega al primer portal del infierno, Ereshkigal la saluda con la fijeza implacable de una mirada sombría y venenosa:

  -¿Cómo te atreves a penetrar en mi reino? Aunque seas mi hermana, te someteré al mismo tratamiento que reciben todas las almas cuando entran en el submundo.
  
Ereshkigal está de humor de perros, y cuando se siente así hace sufrir a todo el mundo. No se detiene a considerar que Inanna ha venido a estar con ella en el funeral de su marido. A Eureshkigal no le preocupa ser razonable ni justa; ella representa la primera furia global del bebé: cuando se encoloriza o se siente desdichada, todo está mal y no hay nada que sea bueno. Siete entradas o portales conducen a las profundidades del mundo subterráneo. Ereshkigal ordena a Inanna que las atraviese, y en cada portal la reina del cielo debe despojarse de algo -de sus ornamientos, de su ropa, de sus joyas- hasta que llega completamente desnuda a lo más profundo del infierno. Entonces le ordena que se incline ante Ereshkigal, que reverencie la misma fuerza que la ha despojado de todo. Los Tránsitos de Plutón pueden ser similares a un encuentro con Ereshkigal. Quizá tengamos que renunciar a las cosas que han contribuido a establecer nuestro sentimiento de identidad. Relaciones, trabajos, sistema de creencias, posesiones u otras formas de apego pueden sernos arrebatados, o bien perder validez y atractivo a nuestros ojos. y sin embargo, en el mito, Inanna se ve obligada a inclinarse ante Eurehkigal, a honrar -como se honraría a una deidad- a la misma fuerza que la ha despojado del todo. Ereshkigal es una diosa, una diosa oscura, pero una diosa. Es una divinidad por mediación de la cual actúa una ley superior, y en última instancia debe ser saludada como parte de la vida. Vernos despojados de nuestra identidad y de nuestros apegos no es agradable: sabe más bien a maldición que a la obra de una divinidad. Por difícil que puede ser comprenderlo, Ereshkigal (como Plutón) sirve a un propósito superior. Sin embargo, la naturaleza de tal propósito no siempre se ve inmediatamente con total claridad. La verdad es que en el caso de Inanna la situación empeora en lugar de mejorar. Como si no fuera ya bastante castigo haber despojado totalmente a Inanna para obligarla después a inclinarse ante ella, Ershkigal la mata y la cuelga de un gancho de carnicero para que se pudra. A la antes feliz, hermosa y próspera diosa del cielo la dejan colgada en el mundo subterráneo como un trozo de carne muerta, abandonada a la putrefacción. Eso es lo que le hace Ereshkigal, y ésta es la sensación que puede dar un Tránsito difícil de Plutón, él puede desterrarnos a un lugar en donde nos sintamos corrompidos y desdichados, un lugar feo, desagradable, deprimente, solitario y abandonado. Estos sentimientos han existido siempre en nosotros, ocultos en los más recóndito de nosotros mismos, resabios de traumas infantiles o de experiencias de vidas pasadas. Quizá siempre hayamos conseguido defendernos con éxito contra tales estados emocionales, pero ya encontrará Plutón/Ereshkigal la manera de enfrentarnos con ellos.
  
Entretanto Ereshkigal (que acaba de perder a su marido y de matar a su hermana y se siente desgarrada por el dolor y la rabia) está además embarazada y se enfrenta a un parto difícil. Tampoco se siente muy feliz en su papel de diosa del mundo subterráneo. De pequeña la raptaron, la violaron y como castigo la desterraron a los infiernos, y sigue estando furiosa por aquella injusticia. Ereshkigal no sólo representa la muerte y la decadencia, sino que simboliza también los agraviados instintos del bebé colérico, herido y frustrado que muchos seguimos llevando dentro, por más que intentemos esconder estos sentimientos de los ojos de los demás. Muerta Inanna, y mientras la vengativa Ereshkigal se abate sobre sus dolores de parto llegamos al punto más bajo del relato, en el cual, aunque algo haya muerto, algo nuevo está naciendo. Una muerte exige un nacimiento y un nacimiento exige una muerte. Antes de iniciar su viaje a los infiernos, Inanna había tenido la previsión de encargar a su sirvienta Ninshubar que acudiera a su rescate si a los tres días no había regresado del oscuro reino de su hermana: sabia que no debía quedarse allí atascada. Inanna está dispuesta a descender a las tinieblas, pero toma sus precauciones para asegurarse de que podrá regresar. Cuando pasan los tres días sin que Inanna haya vuelto, Ninshubar pide desesperadamente socorro. Va al padre y al abuelo paterno de Inanna para rogarles que hagan todo lo posible por rescatarla, pero los dos le responden que no pueden hacer nada por modificar los decretos de Ereshkigal. Nos encontramos aquí con dos figuras, masculinas y fuertes, que no tienen poder alguno sobre Ereshkigal, lo cual significa un énfasis "masculino" de la fuerza que subyuga (que por naturaleza intentaría superar a un oponente, suprimiéndole o luchando con él) no es lo que se necesita para negociar con Ereshkigal. Adoptar actitudes heroicas con ella no sirve de nada. Si intentamos combatir con ella, lo que hará será vengarse con más cólera y más ferocidad que antes.
  
Finalmente Ninshubar acude a un dios llamado Enki, el abuela materno de Inanna, conocido como el dios del agua y de la sabiduría; flexible y comprensivo, Enki entiende las leyes de los infiernos. En algunas versiones del mito se lo presenta como bisexual, macho y hembra a la vez, capaz de ser dura, pero también flexible y adaptable. Enki accede a hacer todo lo posible por rescatar a Inanna. Con la tierra que saca de debajo de las uñas modela dos figuritas, las "Plañideras", unas minúsculas creaturas andróginas, tan insignificantes que pasan inadvertidas. Tras haberles susurrado algún consejo, Enki las envía al averno para rescatar a Inanna. Parece increíble que esas figurillas insignificantes sean capaces de negociar con la poderosa Ereshkigal, pero su pequeñez les permite infiltrarse, inadvertidas, en el mundo subterráneo. Como los secuaces de Ereshkigal no las descubren, no se ven sometidas a la prueba de desnudarse como le pasó a Inanna. Silenciosamente, las diminutas Plañideras se aproximan a Ereshkigal y a Inanna. Por más que hayan ido allí a rescatarla, no hacen el menor caso de Inanna y se concentran primero en Ereshkigal. En vez de increparla por haber dado muerte a Inanna, empiezan a compadecerse de la propia Ereshkigal, a simpatizar con la diosa de las tinieblas. Atormentada por los dolores, Ereshkigal se queja de su destino:

- ¡Desdichada de mi, pobres mis entrañas! - gime, y las Plañideras se compadecen de ella:
- Si, oh tú que suspiras, tú eres nuestra reina. ¡Desdichadas tus entrañas!
  Después, puesto que le enferma ser la diosa de los infiernos, Ereshkigal clama:
- ¡Desdicha de mi, desdichado mi entorno!
- Si, oh tú la que clamas, tú eres nuestra reina -le responden- ¡Desdichado tu entorno!

De acuerdo con los principios, tan actuales, de la terapia rogeriana, las Plañideras devuelven a Ereshkigal, como un espejo, la imagen de lo que siente. Al hacerlo, consiguen que sus quejas y gemidos se conviertan en una especie de plegaria o letania. Enki ha enseñado a las Plañideras a afirmar la fuerza vital, por más que ésta se revele a través del dolor y del sufrimiento. Hasta la negatividad y en las tinieblas hay algo a lo que se puede redimir. Ereshkigal se queda atónita. Es la primera vez que alguien le rinde homenaje de esa manera. La mayoría de las personas se pasan la vida intentando olvidar el dolor, la oscuridad, todo lo que Ereshkigal representa. Pero las Plañideras la han aceptado, le han concedido generosamente el derecho de gemir y de quejarse. Lo que de hecho están diciéndole es:
- Tienes derecho a ser como eres. Puede seguir quejándote todo lo que quieras; nosotras seguimos aceptándote.
  
Agradecida por ese reconocimiento, Ereshkigal quiere recompensar a las Plañideras y les ofrece cualquier don que le pidan. Cuando le solicitan el retorno de Inanna, Ereshkigal accede, infunde nueva vida a su hermana, y la reina de los cielos, revivida, queda en libertad de regresar al mundo de lo cotidiano. Con frecuencia los Tránsitos de Plutón simbolizan un enfrentamiento con Ereshkigal, una época en que tenemos que "descender al pozo" para enfrentarnos con todo lo que hay de doloroso, aborrecible o feo en nosotros mismos. Los Tránsitos de Plutón pueden traernos una profunda desesperación; todo es terrible, la vida no ofrece esperanza alguna. Quizás aquellos a quienes creíamos importarles nos han abandonado, los ideales nos parecen vacíos y muertos.Lo que antes daba sentido y sustancia a la vida ya no significa nada. Pero el mito nos enseña la forma de afrontar estos estados. Las Plañideras de Enki son la clave, la manera de reaccionar que puede ayudarnos a salir de las tinieblas del submundo cuando nos encontramos allí atascados. De la misma manera que las Pleñideras de Enki aceptan a Ereshkigal, también nosotros podemos aprender a aceptar la depresión, la oscuridad, la muerte y la decadencia como parte de la vida, como parte de la gran ronda de la naturaleza. Es necesario que estemos dispuestos a adentrarnos en nuestra depresión y en nuestro dolor, a explorarlos, a sentirlos y a esperar que se vayan. Necesitamos tener permiso para sufrir, llorar y enojarnos por lo que hemos perdido, no sólo por las personas y las cosas, sino también por las fases de nuestra vida que hemos dejado atrás y por los ideales que ya nos sirven. La aceptación es lo que permite que funcione la magia sanadora. Sólo cuando honremos y reverenciemos a Ereshkigal como la deidad que es por derecho propio, como lo es Inanna, sólo entonces podremos volver a nuestro mundo. Ésta es la lección que nos enseña Enki, es su forma de ayudarnos a pasar los Tránsitos difíciles de Plutón y de hacernos volver de los infiernos a una vida y una esperanza nuevas. El cuento terminó con un giro interesante. Existe la norma de que si a uno lo liberan del infierno, tiene que encontrar a alguien que ocupe su lugar. Cuando Inanna vuelve a su mundo, busca a su consorte Tammuz, que no la ayudó mientras ella estaba allá abajo, y le dice:

- Ahora es tu turno, debes reemplazarme en el reino de Ereshkigal.

Si un componente de una sistema cambia, todo el sistema tendrá que modificarse para poder seguir funcionando de la forma apropiada. Si en una relación una persona pasa por un cambio psicológico importante, a menos que la otra también cambie, la relación corre el peligro de desintegrarse por completo. A Inanna la despojaron de todo lo que había dado su identidad y la dieron por muerta, pero ella volvió a levantarse, renovada. La única forma en que podemos descubrir si somos capaces de sobrevivir a la muerte de nuestro propio yo es pasar por la muerte de nuestro propio yo. Cuando nos despojan de todo aquello que creíamos ser, descubrimos una parte de nosotros que sigue estando ahí: ese aspecto de nuestro ser que es eterno e indestructible. Cuando nos despojan de aquello que considerábamos nuestra base y nuestro apoyo, encontramos lo que realmente nos da sostén y apoyo. Tal es el don de Plutón, el don de Ereshkigal.

Plutón y las luchas de poder

Allí por donde transita en el mapa, nuestra identidad está en peligro de ser destruida por mediación de los asuntos de esa Casa o del principio simbolizado por el planeta con que Plutón esté en aspecto por Tránsito. El yo, cuyo principal deseo es mantenerse, intenta resistirse a la destrucción procurando ejercitar su poder y su control en ese dominio de la vida. Por ejemplo, si Plutón transita por la 7, es probable que tengamos miedo de que nuestra pareja haga algo que para nosotros sea demasiado difícil de manejar y que de alguna manera ponga en peligro la relación, por eso, en un intento de mantener a raya las dificultades, intentamos controlar a la otra persona o a la relación como tal. Abrigamos la esperanza de que al dominar o manipular al otro (con frecuencia, valiéndose de la culpa) podamos evitar el desastre. Pero en última instancia, eso no funciona. Nos gusta o no, Plutón encontrará la manera de obligarnos a cambiar en ese ámbito de la vida, lo cual no significa necesariamente el fin de la relación, pero es probable que tengamos que alterarla en alguna medida, o que nos vemos obligados a encarar algunos de nuestros peores miedos en ese dominio de la vida. Como regla general, las luchas de poder son comunes en cualquier Casa por donde transite Plutón, o en relación con cualquier planeta con que éste forme un aspecto por Tránsito. Estos conflictos pueden estar motivados no solamente por el deseo de autopreservación del yo (como antes explicamos), sino también por una necesidad, de parte nuestra, de fortalecer, afirmar y definir más muestra identidad enfrentándonos con otra persona o con un grupo que adopta una posición diferente de la nuestra. Por consiguiente, si Plutón está por la 3, o forma aspecto con Mercurio, son probables las peleas con hermanos y vecinos. Si transita por la 10 o está en aspecto con Saturno, las luchas de poder pueden darse con figuras de autoridad como el gobierno, un jefe o los padres.

Una visión general de los Tránsitos de Plutón

Incluso cuando el aspecto que forma Plutón en Transito es un Trigono o un Sextil, es posible que no nos lo pasemos bien. Estos Tránsitos pueden conmocionarnos tanto como los que generan los aspectos tensionados. En términos generales, sin embargo, con los aspectos fluidos es probable que estamos más en contacto con la parte de nosotros que reclama un cambio o un renacimiento y, por consiguiente, que ofrezcamos menos resistencia a lo que tiene que ocurrir. Debido a la lentitud de su movimiento y de sus retrograciones periódicas, cualquier Tránsito durará entre dos o tres años, y a veces más. Las personas sensibles pueden percibir sus reverbaciones desde que Plutón está a unos cuatro o cinco grados del aspecto exacto. A medida que Plutón se acerca, se va montando la escena para los cambios o avances necesarios. Después del aspecto exacto, el planeta volverá a cambiar de dirección, y el movimiento retrógrado puede marcar una época en que el proceso iniciado se haga más lento y nos sintamos de alguna manera atascados o inmovilizados. Finalmente, cuando Plutón retoma el movimiento directo y forma por tercera vez el aspecto, el proceso avanza hacia alguna forma de resolución. Por regla general, los Tránsitos de Plutón suelen mostrar dos etapas diferentes: en la primera mitad se las arregla de alguna manera para pulverizarnos, y la segunda es la fase de reconstrucción. O también podríamos decir que la primera mitad es el descenso al reino de Ereshkigal, y la segunda representa el retorno desde aquel lugar, enriquecidos y renovados -eso esperamos- como resultado de lo que nos ha aportado la experiencia. Los Tránsitos plutonianos nos enfrentan con la necesidad de terminar con lo viejo, de superar capítulos de la vida. Ellos nos dicen que "demos paso" y, si no queremos, a menudo nos vemos obligados a dar paso mediante el sufrimiento. Estos Tránsitos franquean recursos y energías interiores previamente ocultos u olvidados, eliminando viejas formas en la superficie de la vida. Los Tránsitos plutonianos no sólo sumergen una parte nuestra o hacen que algo desaparezca por completo, sino que también pueden hacer volver  a nuestra vida personas, sentimientos, actividades o aspectos de nuestra naturaleza que habían estado largo tiempo ausentes. En otras palabras, estos Tránsitos tienen el poder de arrancar la vieja cáscara a fin de revelar la esencia del ser interior y de la espontánea creatividad, la alegría y la libertad. Podrán ayudarnos a experimentar la clase de energía y aptitudes espontáneas que sentíamos y activábamos cuando éramos jóvenes, antes de quedar sepultados bajo el peso de pautas culturales o bajo los vellos del karma. Después de un Tránsito plutoniano, ya todo despejado, podremos experimentar nuevamente nuestra naturaleza esencial y empezar a expresarla. Los Tránsitos plutonianos se sienten, de hecho, a menudo, como un exorcismo o una forma de cirugía (física, emocional, mental y espiritual) en la que alguna parte de nosotros es quitada o cambiada radicalmente, tienen el poder de ponernos en contacto con el poder seminal que está dentro de nosotros, con las experiencias de vida en su forma más intensa, concentrada y rígida, y con nuestra naturaleza esencial y nuestras posibilidades positivas en su estado más puro. Y, mientras ocurre todo esto, al fin caen o se rechazan los "viejos cascarones" de las pautas consuetudinarias emocionales o mentales.
FUENTE :astrologiapsicologiaholistica***Los dioses dela sincronicidad