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By Francisco Rodriguez
La Astrologia cabalística nos ha enseñado que «como es arriba es abajo». Su tránsito por Piscis, último signo del Zodiaco, también significa su
paso por la casa XII, útima casa del ciclo. El tránsito de Neptuno por
su casa natural puede ser muy poderoso: abre un período durante el cual
seremos más sensibles de lo habitual, no sólo a las fuerzas que operan
en el inconsciente, sino también a los sentimientos y corriente latentes
en la atmósfera que nos rodea. Podemos sentir el impulso de mirar hacia
nuestro interior, tanto para entenderte mejor como para encontrar una
mayor satisfacción en la vida. La motivación para reflexionar más
profundamente sobre nosotros, sobre la vida en general, puede verse
reforzada por un creciente sentimiento de insatisfacción de la sociedad.
Quizás en lo material hayamos alcanzado ciertos objetivos, pero puede
aparecer un fastidioso sentimiento de estar incompletos para decirnos
que en la vida hay algo más. Estamos ante el final de un ciclo y toca
recapitular antes de plantar las semillas de un nuevo ciclo. Un nuevo
ciclo que ha de nacer incorporando todo lo bueno del ciclo anterior y
abandonando todo lo caduco, todo aquello que ya no sirve ni tiene
sentido de ser. Lo más prudente y más productivo es cooperar
constructivamente con este tránsito elevando nuestro nivel espiritual y
enfocando nuestra visión de la vida hacia lo colectivo y una mayor
justicia social. El crecimiento te exige que renunciemos a nuestra
vieja personalidad.
Esta última fase del tránsito de Neptuno por la rueda de las casas representa una disolución del pasado, y apunta hacia el ciclo siguiente. Al pasar por la casa XII (la de Piscis, una casa de agua) Neptuno alcanza la culminación de su influencia sutil de
desintegración. Es poco probable que la experiencia sea fácil, porque
pondra prueba nuestro apego a los ideales y actividades sociales
existentes, estimulando ciertas dudas y temores referentes a nuestra
propia eficiencia e intensificando la inseguridad interna. Hemos de
estar preparados, por lo tanto, para enfrentarmos con las consecuencias
de este final del ciclo de Neptuno. Podemos experimentar un sentimiento
de crisis al encontrarnos con una acumulación de opciones y decisiones.
Hay quien considera que se trata del peso del karma, que necesita ser
reequilibrado mediante actos de restitución. Quizás empecemos a darnos
cuenta de que, a lo mejor, no hemos sabido sacar pleno partido a
nuestras potencialidades.
Recordemos que sea cual fuere la manera en que decidamos encarar esta fase final, condiconará el ciclo siguiente de Neptuno, de modo que el tiempo que ahora dediquemos a
evaluar nuestra vida y nuestras necesidades, intenciones, valores y
actitudes pueden aportarnos un gran beneficio. En toda vida hay siempre
aspectos que es posible mejorar merced a un esfuerzo consciente; de este
modo se puede disfrutar más de la existencia, que se convierte en una
creación más propia y dirigida desde el interior. Este es el potencial
que nos ofrece Neptuno si escogemos estrechar su mano y escuchar el
susurro que desde nuestro interior puede guiarnos en busca de una nueva
dirección para la humanidad.
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