miércoles, 21 de septiembre de 2011

MITOLOGIA DE TAURO


MITOLOGIA DE TAURUS.
El Toro es un símbolo antiquísimo de fertilidad y fortaleza.
En Egipto se veneraba a los toros sagrados y luego, después de muertos, eran momificados y colocados en enormes ataúdes de piedra que todavía se ven en la ciudad de Menfis.
Es el símbolo de la era de Taurus ya decadente en ese momento.
En Creta el toro era un dios; los cretenses simbolizaban el mundo entre los cuernos de un toro y, cuando éste los movía, la tierra temblaba y se abría.
Los griegos concebían al toro como una criatura noble, aunque agresiva y, también, como la encarnación de la concupiscencia y de la pasión viril; por ello Zeus, jefe del Olimpo, eligió la forma de un toro para seducir a la hermosa virgen Europa.
Según la mitología, un día estaban Europa y sus compañeras de juegos en la playa de Tiro cuando ella vio a un toro de color blanco, inmaculado y de cuernos como gemas, que estaba pastando cerca. Atraída por su aparente mansedumbre y hermosura, Europa se montó en el lomo del toro y empezó a tejer guirnaldas de flores alrededor de sus cuernos. De repente, se vio arrebatada por encima del mar, todavía en los lomos del toro; luego fue llevada a Creta, donde se convirtió en madre de reyes y le dio el nombre a un continente entero.

Terminada su aventura, Zeus colocó al toro llamado Taurus entre las estrellas, donde intervino en la vida de un grupo de hermanas perseguidas por el ardiente cazador Orión.
Estas hermanas eran las Pléyades, hijas de Atlas.
Temerosas de la pasión de Orión, ellas le rogaron a Zeus que intercediera en su favor y éste, accediendo, las transformó en estrellas y las puso en sitio seguro, colocándolas en el cielo como un racimo en el lomo de Taurus.
Cinco de las hermanas de las Pléyades, llamadas Híades, fueron transformadas de una forma semejante, no por causa de Orión, sino debido a su tremenda pena por la muerte de su hermano Hías. Estas Híades siguen llorando todavía y, cuando lo hacen, llueve en algún lugar de la Tierra, según la leyenda.
La función protectora de Taurus con las hijas de Atlas contrasta con sus actividades más concupiscentes y agresivas como amante de Europa. Taurus es una mezcla de pasión y de sentido protector.
La belleza es el otro aspecto de Taurus: la belleza del blanquísimo toro, con sus cuernos adornados con flores y sus ojos como joyas. Taurus posee una de las cuatro estrellas llamadas regias; es el ojo del toro o Aldebarán.

 CONSTELACIONES AL NORTE.
Directamente encima del Taurus zodiacal está la vistosa figura de AURIGA, el Cochero, símbolo de un fenómeno dinámico, la cualidad que la persona del Toro ha de desarrollar en contraposición a su natural conservadurismo. Por otra parte, el cochero ha de conducir con calma, paciencia, vigilante y guiando correctamente la dirección del vehículo, tal como la cabeza es movida por el cuello.
Para la mitología griega Auriga fue un príncipe llamado Erictonio, el cual fue el inventor de la carroza tirada por cuatro caballos. La gran diosa Atenea había ayudado al príncipe en su invento y Erictonio la veneró cuando llegó a ser el rey de Atenas, la ciudad de ella. Con mucha probabilidad, la diosa tuvo algo que ver con su elevación a las estrellas.
Capella, una de las estrellas de Auriga y la quinta más brillante del cielo aumenta la belleza y esplendor de la constelación.
Al norte está PERSEUS, del que ya se habló algo en Aries y se tratará más en relación con Piscis. El representa el amor fiel y sacrificado.
Al norte de Perseus se encuentra CAMELEO-PARDALIS, el camello leopardo, es decir, la jirafa. Su gran cuello no cabe duda de que posee una analogía básica con la regencia que el signo del Toro posee sobre esta parte del cuerpo. El cuello es el sustento de las facultades superiores sitas en la cabeza, así como una columna mantiene el capitel. El cuello, en el caso de la jirafa, gana posibilidades de colocar a la cabeza y a sus órganos a una altura muy especial y en posiciones muy variadas.

CONSTELACIONES AL SUR.
En el sur está Orión, el Cazador, uno de los más guapos y conquistadores jóvenes de la Grecia antigua. Su hermosa figura y sus aventuras amorosas le ocasionaron muchos problemas en la vida.
En una ocasión quedó ciego por haber seducido a una princesa virgen. Artemisa (Diana), la diosa de la caza, se apiadó de Orión y le devolvió la vista. Pero él siguió de aprovechón, hasta con la diosa Eos, la Aurora, quien todavía se sonroja cuando se levanta por la mañana al recordar su seducción. Aquí vemos lo excesivamente sensual que puede ser el signo del Toro.
Molesto finalmente por las bravuconerías del joven cazador, el dios Apolo quiso escarmentarle, pues no sólo estaba siempre tratando de abusar de jóvenes vírgenes como las Pléyades, sino que se había alardeado de que él era el único capaz de liberar al mundo de todas las bestias y monstruos malignos.
Tomando la idea de Orión, Apolo creó al enorme Escorpión (Scorpius), que le dio tanto miedo al alegre cazador que éste se tiró al mar de cabeza y, para algunos, fue matado por el Escorpión. Recordemos que Scorpius es la constelación opuesta a Taurus.
Artemisa vio cómo Orión aparecía y desaparecía, ahogándose en la superficie del agua; cuando ella preguntó a Apolo que quién era el infeliz, éste mintió y le dijo que era un villano llamado Condaón, a quien Artemisa odiaba. La diosa enseguida disparó una de sus flechas a Orión y lo mató de una sola vez. Artemisa, al saber después que era Orión en realidad, trató de devolverlo a la vida pero, al no conseguirlo, le colocó entre las estrellas tal como él iba de costumbre: con un cinturón incrustado de piedras preciosas, una piel de león, su escudo y una espada o una maza.
Y ahí quedó Orión, como una de las más bonitas y destacadas constelaciones, venerada por muchas culturas y situada junto a las Pléyades, a las que tanto persiguió pero que nunca pudo alcanzar.
Orión es representativo de cierta psicología nefasta de Tauro:
seducción, jactancia, pasión, etc.
Apolo no quedó contento con la muerte de Orión y su elevación a las estrellas, sino que también puso a Scorpius en los cielos (en oposición a Orión), como recordatorio de la picadura fatal. Después, para ridiculizar al grande y jactancioso cazador, Apolo colocó una dócil liebre en sus pies: la constelación LEPUS, símbolo de la mansedumbre que ha de lograr el Toro.
Así, con frecuencia los del signo del Toro caen presa de sus propios, así como poderosos, impulsos y pasiones.
El tortuoso río ERIDANUS nace cerca de los pies de Orión, siendo su cauce origen de caminos desviados y de alejamientos de la senda del sentido común.
Más al sur está CAELUM, el Cincel, símbolo escultórico artístico, con el que el Toro modela la materia bruta transformándola en belleza.
HOROLOGIUM, el Reloj, puede referirse al aprovechamiento del factor tiempo o, también, al disfrute y llenado de cada minuto; pero el tiempo vuela y éste aprisiona a la persona del Toro si es materialista. También simboliza el dominio del tiempo, es decir, la prudencia y la paciencia.
MENSA, la Mesa, fue nombrada así en honor a una montaña sudafricana que sirvió de observatorio astronómico en el siglo XVIII.
Es la mesa símbolo del trabajo o de la comida, de los cuales puede abusar el Toro.
Al sur está también el Pez Espada (DORADO), COLUMBA (la Paloma) y RETICULUM (la Red).
La Red simboliza la trampa en que cae el Toro si se apega a lo pasional. Es la red de la rutina, los celos, los vicios y la comodidad instintiva. En sentido armónico o sublimado, puede representar la facultad de este signo para hilar, hilvanar y entretejer laboriosamente los esfuerzos y las realizaciones, con lo cual resulta un gran poder de arrastre y de contención de frutos y logros.
COLUMBA, situada entre los gajos de Tauro y Gemini, es un alivio para los del Toro, pues les da paz y gentileza.

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