Jung
considera dos actitudes fundamentales, pero complementarias en la vida:
la introversión y la extroversión. Ni una ni otra existen en estado
puro, ni hay un Yang ni un Yin puro. Pero existe un predominio relativo
de una de estas dos actitudes en cada uno de nosotros. Hay entre las dos
una diferencia esencial: para el extrovertido hay un movimiento hacia
el exterior, interés por los objetos y las relaciones o valores
objetivos; mientras que, para el introvertido el interés se aleja del
objeto y va hacia el sujeto que se interesa principalmente en sus
propios procesos psicológicos. El extrovertido ve todo de lo que le
llega objetivamente; el introvertido ve todo lo que le llega en función
de su conciencia. Cada actitud tiene un valor relativo. El introvertido
centrado en su propia subjetividad tiene una base más segura, permanente
y valorable más que el extrovertido que depende del objeto. Del mismo
modo que el extrovertido no comprende cómo un punto de vista subjetivo
puede ser más importante que la situación objetiva; el introvertido no
comprende por qué el objeto debe ser siempre el elemento decisivo. Jung
ha encontrado estos dos tipos en todos los niveles sociales y tanto
entre los hombres como entre mujeres. Y ha llegado a la conclusión que
la distribución tan universal no podía ser el resultado de una elección
de actitud consciente y deliberada, sino que la causa era inconsciente e
instintiva. Puesto que los niños incluso en una misma familia, muestran
una actitud típica evidente
en uno u otro sentido, no se puede decir que esta actitud proceda bien
sea de la influencia de los padres, bien sea de la lucha de la
existencia. Para establecer de manera muy general la introversión o la
extroversión en un mapa, se puede observar el predominio de los
planetas, bien sea por encima o por debajo del Horizonte. El Horizonte,
psicológicamente hablando, simboliza la conciencia nacida del sentido de
las diferencias. Para la conciencia humana hay, en primer lugar lo que
se llama "yo" o "mi" y, por consiguiente lo demás, cosas o personas que
no son "yo". Hay pues, oposición constante, "yo" y todas las entidades
que se encuentran fuera de "mi". Esta oposición es el significado básico
de los dos polos. -Ascendente y Descendente- del eje horizontal del
tema. El trabajo de la conciencia consiste en unir de algún modo el yo y
todo lo que no es yo. La conciencia nace de la interacción constante
entre el yo y el no-yo, entre la percepción de lo que se es -quién y
qué- y la percepción de lo que son todas las demás personas y cosas.
٠•●♥ૐ La aproximación subjetiva de la conciencia, la vía introvertida, se ve en el Ascendente y se desarrolla a través de las seis Casas bajo el Horizonte.
٠•●♥ૐ La aproximación objetiva de la conciencia, centrada sobre el objeto, la vía extrovertida, se ve en el Descendente y se desarrolla a través de las seis Casas encima del Horizonte.
Como
consecuencia en el caso en que las Casas bajo el Horizonte, estén
particularmente cargadas de planetas, hay un énfasis sobre el desarrollo
de la percepción individual, sobre todo lo que está condicionado por el
yo y su carácter propio. Por el contrario cuando las Casas encima del
Horizonte contienen a la mayoría de los planetas, el interés principal
es el desarrollo de la percepción objetiva, de la conciencia social, de
todas las cosas que están condicionadas por el no-yo: al mundo de las
sensaciones y de las relaciones ínter-personales. Comprendemos pues que
el Horizonte es el símbolo de toda especie de diferenciación.
FUENTE astrologiapsicologiaholistica.***Los dioses de la sincronicidad
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